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El habitual optimismo festivo del Reino Unido en el comienzo de 2024 fue amainado por las consecuencias de la invasión de Ucrania por el Ejército de Rusia. La política estaba definida por un extraño desorden en un país acostumbrado a la gobernación conservadora. Rishi Sunak ... era el primer ministro tras un breve y disparatado tiempo de Liz Truss.
El nuevo monarca, Carlos III, ingresó en enero en una clínica de Londres para ser operado de un agrandamiento de la próstata, mientras que la persona más popular en la familia real, la princesa Catalina, permanecía en rehabilitación, tras sufrir cirugía en el abdomen. La ausencia de más detalles en los partes emitidos por Palacio avivó las especulaciones. El 6 de febrero, el rey anunció que padecía cáncer. El 22 de marzo, anunció Catalina el suyo.
La salud del monarca sigue creando preocupación y la prensa británica ha recordado estos días que Carlos III también se asoció con un hombre de negocios chino al que servicios de inteligencia europeos consideraban espía de Pekín. El príncipe Andrés ha vivido una Navidad privada tras desvelarse sus negocios con otro presunto espía chino.
Guillermo y Catalina tendrán que trabajar con entrega para ofrecer el rostro optimista y eficaz de la monarquía, con pocos miembros de la familia en condición de cumplir con compromisos y rituales. La Princesa Anne, que acompañó a su hermano Carlos para tapar la ausencia obligatoria del reincidente Andrés, cumple 75 años. Es improbable la persistente especulación sobre el regreso de Enrique.
Añadiendo a la cadena de sorpresas, Sunak decidió en mayo convocar elecciones generales en dos meses, cuando las encuestas daban veinte puntos de ventaja a la oposición laborista. Las firmas de sondeos no se equivocaron y los laboristas, con una victoria aplastante por escaños, seguirá marcando el ritmo de la política británica, aunque un a encuesta de gran tamaño daba estos días la pérdida de 200 escaños al partido del Gobierno si se celebrasen ahora elecciones.
El Reino Unido y también el primer ministro, Keir Starmer, tienen en el inicio de 2025 el rompecabezas que tenía en el inicio de 2024. Esta vez no solo cuentan las complejas maniobras militares para fortalecer a Ucrania y las sanciones para debilitar a Rusia. Entra Donald Trump en el teatro de la geopolítica europea y la conclusión rotunda de los comentaristas mejor informados es que nadie tiene ni idea de qué puede hacer el presidente electo de Estados Unidos.
Starmer tiene que operar en un contexto de pérdida de credibilidad. Sus programas importantes tropiezan con la realidad. Quiere incitar la construcción de un millón y medio de viviendas, pero la gente de la calle se pregunta de dónde van a salir los empleados capaces de convertir ese objetivo en realidad. El obsesivo afán de provocar crecimiento económico no ha cuajado en los meses posteriores al presupuesto otoñal del Gobierno. El Banco de Inglaterra ha advertido de la posibilidad de un estancamiento en el inicio de 2025.
Quizás lo más extraordinario en 2024 fueron los disturbios violentos desencadenados tras el asesinato de tres niñas por un adolescente británico de padres ruandeses en la ciudad de Southport. Numerosos ataques violentos, a policías, a residencias de inmigrantes o mezquitas, a personas de otro color en la calle. El país fue sacudido y la represión de la Policía y los tribunales agudizó el rechazo a Starmer y a su partido izquierdista.
Según una encuesta de la firma Ipsos, un 70% de los británicos cree que en 2025 habrá eventos climáticos más fuertes que los ocurridos en 2024. Una mayoría de la población, 71%, cree que el año que termina ha sido malo, pero quizás sea un signo de optimismo, porque el año 2023 les pareció malo al 78%. La mitad de la población cree posible una detonación nuclear en una guerra y la prohibición de alguna red social en el Reino Unido.
La mayoría cree que Starmer será primer ministro a final del año y que el excéntrico derechista Nigel Farage, llevará a su partido, Reform UK, a la victoria en las municipales de mayo. Los conservadores, que defiende más alcaldías que sus rivales, saldrían los peor parados. El Gobierno se muestra contrario a impedir que Elon Musk financie a los 'Faragistas', porque sería una señal de temor.
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