«He decidido dimitir para evitar una crisis en Rumanía y entre los ciudadanos rumanos». Así ha justificado hoy Klaus Iohannis su renuncia a llevar el timón del país, una medida que hará efectiva el miércoles y que toma después de un agitado culebrón político ... en el que Rusia y los partidos de la ultraderecha rumana han cobrado enorme protagonismo.
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La primera porque obligó a la suspensión de las elecciones que estaban previstas para el pasado mes de diciembre, y que la justicia ordenó retrasar por supuestas injerencias del gobierno de Vladímir Putin después de que el populista Calin Georgescu tomase la delantera en la primera vuelta. Y los segundos porque hoy tres partidos de la oposición que controlan en torno al 35% de los escaños han presentado una moción para suspender a Iohannis después de las masivas manifestaciones que el mes pasado exigieron su cabeza, aduciendo que la suspensión de los comicios equivalía a un golpe de Estado.
Esa amenaza política, sumada a la creciente impopularidad por la inflación y los casos de corrupción, ha sido la gota que ha colmado el vaso del presidente, de centro y proeuropeo: «Este movimiento de la oposición no tiene ningún sentido porque, en cualquier caso, iba a dejar el cargo en unos meses, después de las elecciones. Además, jamás he violado la Constitución», ha criticado Iohannis, que trata de evitar la zozobra sociopolítica que se avecinaba.
«En unos días, el Parlamento iba a votar mi suspensión y Rumanía se sumiría en una crisis que, desafortunadamente, tendría impacto tanto en el terreno doméstico como en el internacional», ha añadido el mandatario, que en un principio se había comprometido a mantenerse en el cargo al que llegó en 2014 hasta la repetición de los comicios, cuyas dos rondas están previstas para los días 4 y 18 de mayo. Hasta ese momento, se espera que sea el presidente del Senado, el liberal Ilie Bolojan, quien tome la batuta del país de forma interina y con poderes muy limitados.
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«¡Es vuestra victoria!», ha dicho el presidente del partido ultraderechista AUR, George Simion, a sus seguidores en Facebook. «Es hora de prepararse para el segundo asalto», ha añadido, en referencia a la votación en la que sus correligionarios esperan obtener un buen resultado. No en vano, Simion obtuvo el 14% de las papeletas en la primera vuelta anulada. Parece poca cosa, pero son solo 9 puntos menos que Georgescu y un porcentaje que se queda a 5 puntos del segundo partido más votado, la Unión para Salvar a Rumanía. «Ahora es el momento de volver al 'Estado de derecho'. ¡Vayamos a la segunda vuelta de las elecciones!», ha escrito en X Georgescu, que aún no ha confirmado su candidatura a la repetición electoral.
Los datos de las elecciones anuladas hacen prever un cambio de rumbo significativo en el país, que podría quedar alineado con el frente conservador que está tratando de levantar en el seno de la Unión Europea la Hungría de Viktor Orbán. No en vano, aunque ahora se presenta sin afiliación a partido alguno, Georgescu perteneció a la AUR de Simion y aboga por medidas similares, entre las que se encuentran el fin de la ayuda a Ucrania y un acercamiento a Rusia que se traduce en críticas a la presencia de la OTAN en territorio rumano.
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De hecho, Georgescu ha denominado «vergüenza de la diplomacia» al sistema de misiles que la Alianza Atlántica opera en ese país y apoya el nombramiento como héroe nacional de Ion Antonescu, quien se alió con Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. De Ucrania afirmó que es «un Estado inventado», cacareando una de las máximas de la propaganda rusa, y de Putin alabó que «es un hombre que ama a su patria».
En cualquier caso, la decisión de Iohannis se ha celebrado también entre los partidos más moderados. El candidato de la coalición del oficialismo para las próximas presidenciales, Crin Antonescu, la ha valorado como «sabia», y ha añadido que deja al país en «una situación preferible a iniciar un proceso de suspensión que habría puesto un falso debate en la agenda, llegando incluso a un referéndum». A pesar de eso, hoy un nutrido grupo de seguidores de Georgescu –en torno a un millar según la Policía– se ha manifestado frente a la sede del Gobierno provocando una batalla campal con los antidisturbios.
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Klaus Werner Iohannis
Klaus Werner Iohannis nació en 1959 en el seno de una antigua familia sajona de Transilvania. Estudió Física y decidió quedarse en su localidad natal, Sibiu, a pesar de que tanto sus padres como su hermana habían emigrado durante la etapa de Nicolae Ceaucescu. Tras la caída de ese régimen inició su carrera política, que le llevó a ser alcalde de su ciudad durante 14 años, un cargo que le catapultó a la presidencia de Rumanía en 2014. Cinco años después logró la reelección con más del 66% de los votos. No obstante, en los últimos años su popularidad ha ido cayendo hasta tocar el suelo que ayer le obligó a dimitir con un emotivo discurso.
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