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El nombre de Raffaele Imperiale era el quinto en la lista de los criminales más peligrosos en busca y captura para las fuerzas de seguridad italianas, al considerarlo uno de los grandes protagonistas del tráfico internacional de cocaína. Tras su arresto en agosto de 2021 ... en Dubai, no tardó en ser extraditado para enfrentarse al proceso que le esperaba en el Tribunal de Nápoles -su tierra de origen- donde sorprendió a los investigadores al optar por colaborar con ellos porque, según dijo, estaba «cansado» de la clandestinidad y pretendía «cambiar de vida» y dar «un ejemplo» a sus hijos. Esta cooperación con la Justicia ha llevado a Imperiale a ofrecer como resarcimiento por sus crímenes al Estado italiano una pequeña isla de su propiedad que forma parte del archipiélago artificial 'The World', construido con la forma de un mapa del mundo frente a las costas de Dubai.
La peculiar propuesta de este presunto narcotraficante, de 48 años, fue hecha pública este lunes por el fiscal del caso, Maurizio De Marco, quien explicó que había llegado al tribunal un documento de Emiratos Árabes Unidos en el que una sociedad controlada por Imperiale ofrecía la propiedad del territorio. Éste lo habría comprado hace unos años por unos 12 millones de euros, pero su precio actual sería de unos 70 millones. Al estar en el extranjero no será nada fácil que la Justicia italiana pueda hacerse ahora con este bien, como ocurre, en cambio, con las expropiaciones que hace habitualmente con las propiedades de los mafiosos situadas en el país transalpino.
La colaboración con la investigación, en cualquier caso, ya ha propiciado que el fiscal De Marco reconozca atenuantes en su petición de condena a 14 años y 9 meses de cárcel para Imperiale, considerado uno de los grandes intermediarios del tráfico de cocaína entre Hispanoamérica y los clanes de la Camorra, la mafia napolitana.
La oferta de la isla en Dubai no es la primera excentricidad que rodea la figura de este presunto criminal crecido en una familia acomodada de pueblo cercano a Nápoles, pero cuya carrera arrancó en Holanda, adonde se mudó cuando era un veinteañero, logrando tejer una red de contactos en el mercado internacional de estupefacientes. Con los gigantescos beneficios logrados compraba «40 kilogramos de oro a la semana» e incluso se hizo con dos cuadros de Van Gogh que habían sido robados de un museo de Ámsterdam en 2002. Le costaron en total 350.000 euros, aunque su valor real era de unos 100 millones. Las obras fueron recuperadas en 2016 dentro de una mansión de unos familiares de Imperiale cerca de Nápoles gracias a un chivatazo y devueltas al museo Van Gogh de la capital holandesa.
En sus declaraciones ante los investigadores, el presunto criminal explicó cómo funcionan las redes del narcotráfico internacional, en las que se convirtió en un personaje imprescindible para la Camorra napolitana, hasta el punto de conseguir hacer negocios al mismo tiempo con clanes que luchaban encarnizadamente entre ellos. «Nosotros trabajábamos siempre a crédito y cuanto más rápido pagaban los clientes, más rápido hacíamos las entregas posteriores. El sistema estaba en continuo movimiento, era como un torbellino», relató Imperiale, aclarando que todo se basa en la confianza, pues los pagos se realizan moviendo físicamente el dinero.
Las cantidades de efectivo que se transportan son por tanto gigantescas, como confirma el hecho de que cuando fue detenido el chileno Richard Riquelme, uno de sus socios, llevase 36 millones de euros con él. Según las autoridades estadounidenses, el grupo de narcotraficantes del que formaba parte Imperiale habría importado cocaína en los últimos años por valor de 23.000 millones de euros.
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