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Durante casi dos años sufrieron violaciones y amenazas dos chicas menores de Seminara, un pequeño pueblo de la región de Calabria, en el sur de Italia, por parte de un numeroso grupo de jóvenes, algunos de los cuales tampoco habían cumplido la mayoría de edad. ... Las fuerzas de seguridad han realizado 16 arrestos -los últimos tres el pasado fin de semana- acabando así con el infierno en el que vivían las dos muchachas. Según los investigadores, su situación era conocida en la zona, pero todos callaban porque algunas de las familias de los agresores forman parte de la 'Ndrangheta, la poderosa mafia calabresa.
«Si le dices algo a alguien de lo que pasa, matamos a tu madre y a tu padre», le amenazaban los arrestados a una de las víctimas, que también sufría las presiones de sus propios parientes para que no denunciara. Un hermano y una hermana pretendían llevarla a un psiquiatra para que le diagnosticara problemas mentales y le invitaban incluso a que se suicidara. «Mejor que te consideren loca a sufrir esta deshonra en la familia», le decían.
Los hechos, que tuvieron lugar entre enero de 2022 y noviembre de 2023, no pueden entenderse sin la 'omertà', la ley del silencio que los grupos criminales imponen en las zonas bajo su control, como ocurre con Seminara, un pueblo de menos de 2.500 habitantes ubicado entre la llanura de Gioia Tauro y las montañas del Aspromonte. En esa comarca tiene su origen la mayor parte de los clanes de la 'Ndrangheta, considerada hoy como la mafia más poderosa y sanguinaria de las que operan en Italia y con unas importantes ramificaciones internacionales.
Para una de las víctimas el infierno comenzó cuando, con 15 años, comenzó una relación sentimental con un chico que le obligó a tener sexo con otros amigos y conocidos suyos. «No sólo he sufrido abusos grupales de manera repetida, sino que también me amenazaban continuamente», denunció en el diario 'Corriere della Sera', que mantuvo su identidad en el anonimato. Las violaciones eran grabadas y fotografiadas con los teléfonos móviles de los agresores, obteniendo vídeos y fotos que se enviaban luego a otras personas. «Recibía continuamente llamadas telefónicas pidiéndome citas. Ya no podía más». Las agresiones se prolongaron durante cerca de dos años y en ellas acabó implicada en al menos una ocasión una amiga de la joven, a la que también violaron.
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«Estaba considerada como un juguete, un objeto», señaló el fiscal Emanuele Crescenti el pasado mes de octubre, cuando tuvieron lugar las primeras detenciones, que además del exnovio tienen otros protagonistas: desde tres jóvenes que eran menores cuando tuvieron lugar los hechos hasta un hombre de 32 años. Las familias de varios de ellos pertenecen a un clan local de la 'Ndrangheta y está además imputado el hijo de un político local. En el informe publicado con motivo de los últimos tres arrestos el pasado fin de semana se denuncia que su comportamiento estaba completamente alejado del civismo al orientarse sólo a «la satisfacción de los más bajos instintos sexuales». «Si dices que no, te matamos», le decían.
El horror en que vivían las dos muchachas fue destapado gracias a la casualidad. En el transcurso de unas escuchas telefónicas y con micrófonos ocultos enmarcadas en una investigación contra la 'Ndrangheta por otro caso, la Policía descubrió a los jóvenes jactándose y burlándose de las violaciones grupales. Los agentes incluso pudieron escuchar en directo una de estas agresiones, que tenían lugar en un automóvil o en las viviendas de los jóvenes.
Tiziana Ilaria
Centro antiviolencia Margherita de Reggio Calabria
Tiziana Ilaria, del centro antiviolencia Margherita de Reggio Calabria, aseguró que la mentalidad de los agresores está marcada por la inclinación hacia el «maltrato a las mujeres». «El hombre es el hombre y la mujer no sirve para nada. Todavía existen estas cosas aquí en el interior», lamentó en una entrevista en el informativo televisivo de Rai 3. «Hay que intentar que cambien estas mentalidades con la cultura. Necesitaríamos más apoyo por parte de las instituciones y que no pensaran sólo en endurecer la pena. Porque si existe la pena pero no hay un camino de readmisión en la sociedad, ¿para qué sirve la pena?», se preguntó Ilaria.
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