Los armenios salen a la calle para criticar la cesión de territorio a la vecina Azerbaiyán

En el marco de los acuerdos de paz tras las guerras de los últimos años, Armenia ha devuelto varias zonas fronterizas, el pasado viernes, concretamente, entregó cuatro pequeñas localidades de la región de Tavush que Azerbaiyán considera suyas. Estas políticas han vuelto a movilizar a los adversarios políticos de Pashinián, cuya dimisión exigen una vez más.

Este lunes, ya desde por la mañana, miles de manifestantes han cortado dos carreteras que parten desde Ereván, la capital del país, una en dirección a Armavir y la otra a Ashtarak. La primera conduce a Rusia y la otra a Irán. En el centro de la capital también han bloqueado varias avenidas y están teniendo lugar manifestaciones.

Este movimiento de protesta está encabezado por el jefe de la diócesis de Tavush de la Iglesia Apostólica Armenia, el arzobispo Bagrat Galstanián, a quien la oposición ha nombrado primer ministro de Armenia. El domingo se produjo ya una gran concentración de protesta en Ereván con gritos en contra de Pashinián.

Las autoridades armenias anunciaron el 19 de abril que habían acordado provisionalmente con Bakú la demarcación de un tramo de la frontera con Azerbaiyán, incluyendo los cuatro pueblos de Tavush y la región noroccidental de Gazaj. A esta decisión se opusieron los residentes de esas zonas fronterizas e iniciaron protestas. El viernes, guardias fronterizos azerbaiyanos pusieron bajo su control las zonas cedidas.

Después de la guerra que Azerbaiyán desencadenó y ganó en el otoño de 2020 para recuperar Nagorno Karabaj, en septiembre del año pasado lanzó una nueva ofensiva para hacerse con los territorios que no ocupó en 2020 ante la falta de avances en la implementación del plan de paz alcanzado con la mediación de Rusia. El resultado fue la rendición de los armenios karabajíes.

También entonces hubo protestas contra Pashinián, a quien acusaron de «pusilánime» por no haber enviado el Ejército para ayudar a la población de Karabaj. Pero él desvió las culpas hacia Rusia, igual que hizo en 2020, por no haber parado a Azerbaiyán ni utilizado sus fuerzas de interposición desplegadas en el disputado enclave. El primer ministro armenio consideró también en referencia a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ODKB), bloque militar constituido por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán, que «los sistemas de seguridad externos en los que participa Armenia son ineficaces para proteger la seguridad y los intereses estatales de nuestro país».

El Ministerio de Exteriores de Moscú calificó esos reproches de «antirrusos», «inaceptables» y denunció que «Pashinián pretende eximirse de su responsabilidad por los fracasos de su política exterior e interior echando la culpa a Rusia». Según aquel comunicado, «Ereván está cometiendo un grave error al intentar deliberadamente destruir los vínculos con la Federación Rusa y convertir su país en rehén de los juegos geopolíticos de Occidente». Desde Naciones Unidas, el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, dijo estar convencido de que «Occidente «está moviendo los hilos» para socavar la influencia rusa en el Cáucaso Sur.

Como consecuencia de todo ello, Armenia está abandonando la zona de influencia rusa y, el pasado 8 de mayo, Ereván anunció oficialmente su intención de dejar de financiar la ODKB, lo que podría suponer a corto plazo el abandono completo de una organización que lidera Moscú. Armenia ha instado también a la retirada de las tropas rusas del país. De ahí que muchos analistas crean que detrás de los actuales disturbios en Armenia podría estar la mano del Kremlin.