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mercedes gallego
Martes, 28 de junio 2022, 05:10
No hacen falta pateras para cruzar las aguas marrones y arenosas del Río Bravo, pero sí camiones que transporten a los espaldas mojadas que salen a nado por el lado de EEUU en busca de alguna ciudad en la que perderse. Ayer, uno de estos ... inmensos tráiler de 18 ruedas fue descubierto en una lateral de la interestatal 35 que atraviesa Texas. Dentro, casi un centenar de cuerpos hacinados, sin agua ni aire acondicionado, tan calientes «que quemaba tocarlos», dijo el jefe de bomberos de San Antonio, Charles Hood.
De entre ese amasijo humano del que salían algunas voces pidiendo auxilio se lograron rescatar a 16 personas con vida, que fueron trasladas a un hospital de San Antonio, la ciudad más cercana. Cuatro eran niños, 12 han sido considerado adultos, aunque los testigos se refirieron a ellos como adolescentes. El camino debía haber sido largo. El puesto fronterizo más cercano se encontraba a cerca de 400 kilómetros, pero al menos para tres guatemaltecos que había entre los supervivientes, la travesía empezó a miles de kilómetros.
La dantesca escena constituye la mayor tragedia de ese tipo en la historia de EEUU, pese a que no faltan precedentes. En 2017 un trabajador de un hipermercado Walmart también escuchó gritos procedentes de un camión en el que se hacinaban 38 personas, de las que diez murieron. Y eso ya era menos que otro macabro hallazgo en 2003, cuando se encontraron 19 personas muertas en el compartimento trasero de otro tráiler que escondía a 70 personas, siempre bajo el sol abrasador del sur de Texas.
Ayer las temperaturas pasaban de los 40 grados, pero dentro del tráiler que en 2003 conducía Tyrone Williams había casi 80 grados. Al estadounidense de origen jamaicano, que había cobrado 7.500 dólares por transportar la mercancía humana, se le «olvidó» poner el aire acondicionado, declaró en el juicio. El jurado le eximió de la pena capital tras cinco días de deliberaciones, pero le condenó a cadena perpetua.
La Policía detuvo a tres personas que podrían seguir su suerte, si se demuestra que conducían el camión lleno de víctimas hallado en San Antonio. «Oh, Dios mío, ten piedad de ellos, buscaban una vida mejor», escribió en Twitter el arzobispo Gustavo García-Siller. «Señor, después de Uvalde, esto, ayúdanos, te necesitamos. ¡Tanta gente sufriendo!».
No todo el mundo había vuelto los ojos al cielo. El gobernador de Texas, Greg Abott, que está en campaña de reelección, aprovechó para colgarle los muertos al presidente Joe Biden, también por Twitter. «Estas muertes son el resultado de sus políticas de fronteras abiertas», le acusó. «Las consecuencias de no querer aplicar la ley».
La reacción de este cruce político fue furibunda. El reverendo metodista Chuck Currie pidió públicamente que dejasen a un lado «las sandeces políticas» porque «lo que EEUU necesita es una reforma migratoria que el Partido Republicano está impidiendo», acusó. Por su parte, el alcalde de la ciudad, Ron Nirenberg, pidió que esta «horrible tragedia humana» sirva para tratar la crisis de los migrantes que buscan asilo como una crisis humanitaria. «En este momento urjo a pensar con compasión, rezar por los fallecidos, los hospitalizados y sus familias»
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