Una casa para cincuenta refugiados en dos días

«Si hubiésemos grabado un documental de todo lo que ocurrió en estos dos días aquí en el colegio la gente se sorprendería». Así lo resume Covadonga Fernández, exdirectora del colegio y una de las organizadoras de todo el proceso de acogida. La emoción es incontenible y se refleja en los rostros de los voluntarios que aguardan a las puertas del colegio la llegada del autobús. «Se me caen las lágrimas al ver las habitaciones y todo lo que hemos conseguido montar», admite Fernández.

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Hasta tres traductores han llegado ya al colegio para colaborar y facilitarles la comunicación. Una de ellas es Anna Demianova, natural de Ucrania, pero que lleva un año residiendo en Sama. «Vienen con miedo, llevan mucho tiempo en un autobús en unas condiciones regulares y veníamos para ayudarles y decirles que estamos con ellos y disponibles a cualquier hora», explica Demianova.

Tras más de veintiocho horas de viaje, está previsto que su llegada al colegio se produzca alrededor de las nueve de la noche.