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Los Biden celebrarán la próxima Navidad entre cajas de mudanza. En enero, cuatro años después de llegar a la Casa Blanca, darán paso a la familia Trump, aunque Melania haya sugerido que sólo vivirá allí alguna temporada. Ese amargo traspaso de las llaves y, sobre ... todo, del poder de Estados Unidos no deslucirá, sin embargo, una de las tradiciones por excelencia en la residencia presidencial por estas fechas: la decoración navideña. Hace unos días llegó el abeto que, además de por su imponente aspecto, con casi seis metros de altura y unos 200 kilos de peso, destaca por llevar un pedazo de la historia reciente del país en sus raíces. El árbol creció en una finca del condado de Avery, en el oeste de Carolina del Norte, arrasada por 'Helene', el huracán más mortífero en territorio estadounidense desde 'Katrina'.
From the Blue Ridge Mountains of North Carolina to Washington, D.C., this year’s official White House Christmas Tree represents the tremendous strength of those recovering and rebuilding after Hurricane Helene. pic.twitter.com/cOP35g5qgB
— The White House (@WhiteHouse) November 26, 2024
Jill Biden recibió esta semana el abeto a las puertas de la Casa Blanca en uno de sus últimos actos como primera dama. Acompañada de Beau, su nieto de 4 años, la congresista de Carolina del Norte Virginia Fox y cuatro miembros de la Guardia Nacional que intervinieron en la zona devastada a finales del pasado septiembre por 'Helene', dio la bienvenida al árbol, transportado en un contenedor tirado por caballos. Casi siete horas duró su viaje desde el lugar donde creció hasta el hogar del presidente que, como es costumbre, le ha reservado el Salón Azul para que luzca como se merece. Hasta retiran la lámpara de araña durante su estancia. Allí pasará la Navidad 'Tremendo', como se le ha bautizado por haber logrado sobrevivir a un huracán que sopló a 220 kilómetros por hora y que arrasó entre 5.000 y 6.000 ejemplares en la finca de la familia Cartner, su dueña hasta hace unos días.
Los Cartner montaron una granja en Avery en 1959 dedicada sobre todo a la cría de vacas y al cultivo de repollos y alubias. También plantaron abetos Fraser, una especie autóctona de los Apalaches que no tenían ni idea de que se convertiría en su principal fuente de ingresos. De hecho, en los primeros años eligieron los terrenos más empinados para estos ejemplares porque no querían ocupar sus mejores tierras con ellos. Aquel negocio que emprendieron Sam y Margaret pasó a sus tres hijos, que hoy presumen de ser los propietarios de una finca de árboles de Navidad de 500 hectáreas -como mil campos de fútbol- que surte a todo EE UU, incluida la Casa Blanca.
El paso de 'Helene', que acaba de ser catalogado como el ciclón más destructivo del año en el Atlántico, con una cifra de víctimas mortales que sobrepasa las 150, ha hecho mella en la finca donde nació 'Tremendo'. Un alud de lodo, cuentan los Cartner a la agencia AP, se llevó por delante miles de árboles, los más pequeños, y destruyó también tuberías y alcantarillas, lo que impidió durante semanas el acceso a ciertas partes de la zona de cultivo. Cuando lograron rellenar los caminos con tierra se encontraron con un panorama desolador, como una sección entera de una colina cubierta de hierba arrancada a saber de qué otro punto de las montañas. De muchos abetos, ni rastro. Y «para otros será mucho más difícil», asume Sam Cartner Jr., consciente de que en su caso se salvaron los ejemplares de mayor altura, que se pueden colocar mejor en el mercado.
De hecho, la Asociación Nacional de Árboles de Navidad se fijó en este negocio familiar, que ganó su concurso anual o, lo que es lo mismo, el pasaporte a Washington para uno de sus ejemplares. El personal de la Casa Blanca tuvo que retrasar la visita a la finca para elegir uno de los abetos por los daños causados en las carreteras por el huracán y, a finales de octubre, escogió a 'Tremendo'. Le convencieron «su maravilloso color verde» y sus ramas, además de la altura que ha alcanzado en sus 25 años de vida. Los hermanos Cartner lo cortaron y con ayuda de una grúa lo montaron en un camión hacia la capital del país.
Aún es una incógnita cómo lo decorarán los Biden, pero los Cartner no pueden estar más orgullosos de haber enviado un trozo de vida de Carolina del Norte -de donde salen entre 4 y 5 millones de abetos cada año por estas fechas- al hogar presidencial en un momento tan complicado para el Estado y sus vecinos. Sus padres, reconocen, estarían abrumados con tanto protagonismo. «Querrían que este árbol representara la fe, la esperanza, el amor, la alegría, la familia y la generosidad, todas esas cosas buenas de la humanidad en las que necesitamos detenernos y reconocer».
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