DeSantis desafía a Trump y se postula a la Casa Blanca de la mano de Musk

No decía lo mismo hace tres meses de su exembajadora ante la ONU, Nikki Haley, a la que animó a presentarse. Hace dos días también felicitaba al senador Tim Scott, al que colmó de halagos. Para Trump, cuantos más mejor, porque cuenta con una base de leales que se estima en alrededor del 30%. El resto del voto se dividirá entre los demás candidatos, que presuntamente le robarán apoyos a DeSantis, el favorito de quienes buscan un candidato más joven (44 años) y con menos mochila que el expresidente.

El gobernador de Florida lleva al menos un año utilizando la fuerza de su gabinete para presentarse ante los votantes republicanos como un político eficaz dispuesto a convertir en ley los valores conservadores más radicales. DeSantis ha trasladado la lucha contra la cultura 'woke', en la que se centrará esta campaña con leyes que censuran las portadas y los títulos de los libros que se leen en las escuelas, prohíben a los profesores hablar de parejas homosexuales, persiguen a quien ayude a los inmigrantes indocumentados, eliminan la esclavitud de los libros de Historia e incluso arrebatan a Disney el control del distrito libre de impuestos que se le dio para construir Disneyworld en Orlando.

Con esas credenciales y una abrumada victoria en la reelección de noviembre, por 60-40, llega bien respaldado para una campaña de primarias que dominará el expresidente. Por eso mismo, y porque será el centro de todos sus ataques, necesita destacar. El miércoles se arriesgó a anunciar su candidatura en un debate en vivo por Twitter con su nuevo dueño, Elon Musk. Nada de discursos coreografiados, sino preguntas en directo que, según Musk, no estaban pactadas.

Con ello se garantizaba una buena tajada de los 140 millones de seguidores que tiene Twitter, aunque no el apoyo explícito de Musk que, si bien ha dicho admirarle, prefiere mantener en secreto su elección para que otros candidatos le cortejen. Lo que el dueño de Twitter busca es convertir su plataforma en un escenario de debates políticos, mientras que DeSantis se ahorra interactuar con el público y los medios de comunicación. Un matrimonio perfecto de conveniencia mutua que puede albergar pasión y suspense.