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AGENCIAS
Jueves, 25 de octubre 2018, 04:43
El número de familias que cruzan ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos subió en septiembre a niveles récords, pese a los esfuerzos del presidente estadounidense Donald Trump para desalentar el flujo de migrantes de Centroamérica, informaron fuentes oficiales que calificaron la situación ... de «crisis».
El servicio de Patrulla Fronteriza de Estados Unidos aprehendió a 16.658 personas que entraron al país como familias, unas 900 más que en agosto y 12.000 más que en el mismo mes del año pasado.
Estas fuentes afirmaron que hay «una crisis» en la frontera, en un momento en que Trump alertó que la caravana de migrantes que partió con miles de personas de San Pedro Sula, en Honduras, el 13 de octubre, constituye una emergencia nacional, y amenazó con cerrar totalmente la frontera.
«Estas son las cifras más altas para detenciones de familias en la frontera en septiembre», dijeron fuentes oficiales que comentaron los datos bajo condición de anonimato.
Las autoridades informaron que para el periodo de 12 meses terminado en septiembre, que constituye el año fiscal en Estados Unidos, un total de 521.000 personas sin documentos de inmigración fueron retenidos o bloqueados en la frontera.
Esta cifra representa un alza de 105.000 personas con respecto al año anterior.
De esta partida, el porcentaje de personas que llegan en familias, muchas de las cuales buscan asilo en Estados Unidos para huir de la violencia en sus países, y los menores, ha subido hasta representar un 40% del total.
Un crítico visceral del flujo de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, Trump lanzó este año una política de tolerancia cero que vio la separación de familias de migrantes, antes de echar atrás por la polémica.
La violencia en Centroamérica, especialmente en el llamado Triángulo del Norte (El Salvador, Honduras y Guatemala), ha empujado a familias enteras, y en muchos casos a niños solos, a huir, emprendiendo un peligroso viaje hacia Estados Unidos.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, afirmó hoy que en la caravana que se dirige hacia su país hay unos 10.000 migrantes, y admitió que no tiene «pruebas» de que en ella viajen individuos procedentes de Oriente Medio o incluso terroristas, una teoría que ha propagado sin ofrecer pruebas.
«No entrarán», sentenció Trump en declaraciones a los periodistas desde el Despacho Oval al ser preguntado por la caravana de migrantes, la mayoría hondureños, que recorre México en dirección a EE.UU. «Tendremos que llamar a nuestros militares si es necesario, pero no podemos permitir que esto ocurra. No podemos permitir que nuestro país sea violado así», agregó.
Trump aseguró que se le da «muy bien estimar el tamaño de las multitudes» y calculó que en la caravana viajan unas «10.000 personas».
«Cuando miras al grupo enorme de gente que estuvo en el puente (en la frontera entre México y Guatemala el pasado viernes), creo que eran mucho más que 5.000 personas», opinó.
El cálculo -aparentemente a ojo- de Trump supera el del ministerio de Exteriores de México, que cifra en unos 4.500 los integrantes de la caravana, y el de Naciones Unidas, que lo sitúa en 7.233 personas.
Trump alertó ayer de que entre los inmigrantes de la caravana hay «criminales y personas desconocidas de Oriente Medio», sin dar más detalles, después de que medios conservadores de EE.UU. hicieran conjeturas sobre la posibilidad de que terroristas del grupo Estado Islámico (EI) se hubieran infiltrado.
Preguntado hoy sobre si tiene datos que lo demuestren, Trump respondió: «No hay pruebas de nada, pero podría ser perfectamente».
El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, aseguró en el mismo acto que Trump está «absolutamente decidido a usar todos los medios que tiene a su disposición para organizar esfuerzos con el fin de que México dé la vuelta a esta caravana».
Trump ha amenazado con «cerrar» militarmente la frontera con México, en la que ya hay desplegados unos 2.200 miembros de la Guardia Nacional, y ha asegurado que recortará la ayuda económica estadounidense a Guatemala, Honduras y El Salvador por no haber frenado la caravana.
Por otra parte, Pence reiteró que había conversado por teléfono con el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, y que este le había dicho que la caravana fue «organizada por grupos de izquierda y financiada por Venezuela».
Consultado si Estados Unidos comparte la conclusión de que Venezuela financió la caravana, Pence no quiso responder.
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