A Donald Trump le hubiera gustado apuntarse ese récord de audiencia: seis millones de espectadores sintonizaron el jueves por la noche -madrugada de este viernes en España- CNN para ver la primera entrevista con la candidata presidencial del Partido Demócrata, Kamala Harris. En años recientes ... la cadena sólo había registrado una cifra mayor durante el debate del 27 de junio que acabó con las aspiraciones de Joe Biden. Antes habría que remontarse a su toma de posesión del 21 de enero de 2020, cuando el asalto al Capitolio estaba aún fresco y muchos temían que se repitieran los disturbios.
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Consciente de las expectativas que desataba, la campaña de Harris optó por la cautela y las frases hechas de sus discursos. Una fórmula que dejó fría a la mayoría y con la que desperdició la oportunidad de ganarse a quienes aún intentan forjarse una idea de quién es y cuáles son sus políticas, pero con la que evitó titulares dañinos y privó de material a su rival para continuar los ataques.
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Durante la entrevista la vicepresidenta tuvo un giro al centro en su política medioambiental. Después de haber defendido en el pasado poner fin a la polémica técnica del 'fracking' para extraer gas natural, la exfiscal de California se compromete ahora a no vetarla. Hacerlo la hubiera condenado al fracaso en Pensilvania, el segundo estado del país más rico en gas natural, donde Biden ganó por apenas un 1,2% hace cuatro años.
«Mis valores no han cambiado», reiteró ella una y otra vez, cuando su entrevistadora, Danna Bash, jefa política de CNN, la confrontó con sus contradicciones. Con el récord de audiencia y ese interrogatorio que la puso contra las cuerdas, la mujer que también participó en el debate que acabó con Biden se consolida como una de las periodistas políticas más respetables de EE UU.
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Harris no puede decir lo mismo. Se presentó seria y tensa, como si fuera a una entrevista de trabajo, e incluso acabó defendiéndose así: «Me estoy presentando porque creo que soy la mejor persona para este trabajo en este momento para todos los estadounidenses, sin importar su raza o género», argumentó. Su mayor éxito fue evitar las controversias raciales o de género que la ultraderecha ha hecho circular en las redes, y que supusieron una línea de ataque contra Hillary Clinton en su intento de romper el techo de cristal. Harris nunca lo menciona, ni quiere hacerse la dura para no trasladar resentimiento social que de pie a la polémica, pero el costo es una imagen insípida que dejó planos a propios y extraños.
«¡¡Aburrida!!», se quejó Trump en Truth Social, todo en mayúsculas. El expresidente trató de robarle protagonismo al contar en una entrevista paralela en la cadena NBC que las leyes que restringen el derecho al aborto a seis semanas desde la concepción le parecen excesivas. Además, planea forzar a las compañías de seguros médicos a pagar por la fertilización in vitro, para escándalo del Partido Republicano que lidera. La cadena estima que eso costaría a las aseguradoras 7.800 millones de dólares al año, por lo que puede ser interesante para los votantes, pero no para los donantes. «Piensa que las mujeres somos tontas», protestó la senadora Elizabeth Warren en conferencia telefónica. «Se cree que puede hacer una cosa con su base de conservadores extremistas y luego darse la vuelta, sonreírnos y nos lo vamos a creer».
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Trump se atribuye el mérito de haber nombrado a los tres jueces del Supremo que anularon el derecho federal al aborto con su voto. Su apuesta en estas elecciones es demorar los casos judiciales pendientes contra él para poder desestimarlos cuando vuelva a la Casa Blanca. El mismo jueves por la noche sus abogados pidieron a los tribunales que congele la sentencia pendiente a los 34 cargos de falsificación contable relacionados con pagos a la actriz de porno Stormy Daniels a los que fue condenado en junio mientras dirime si se puede trasladar a la jurisdicción federal. Eso lo dejaría en el limbo hasta después de las elecciones.
«Una entrevista vaga y vacía que no ayudó a Kamala Harris», titulaba el columnista Bret Stephens en 'The New York Times'. Una de las opiniones más favorables fue la de Michelle Cottle, presentadora del podcast 'Matter of Opinion', que se conformó con que respondiese «preguntas incómodas sin evitarlas y sin perder la compostura».
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La verdadera prueba de fuego será el próximo día 10, cuando se vea la cara con Trump por primera vez en el debate organizado por la cadena ABC, donde Harris tendrá que practicar la cautela y buenos modales en un contexto mucho más agresivo, donde espera ganar puntos por contraste. Hasta entonces pretende seguir dando muestras de civismo político defendiendo incluso la incorporación de republicanos a su futuro gobierno, en caso de que gane las elecciones del 5 de noviembre, sin comprometerse a dar nombre alguno. «Quedan 63 días, no es bueno vender la leche antes de ordeñar la vaca», reconoció.
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