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El nuevo portavoz del Congreso Mike Johnson se la jugó el martes al aprobar una ley de continuidad de presupuestos con la misma estrategia que costó el puesto a su predecesor, Kevin McCarthy, en septiembre pasado. O sea, con el apoyo de la oposición demócrata.
La ley para dotar de fondos al Gobierno de EE UU se ha convertido en el chantaje con el que el ala más extremista del Partido Republicano esperaba forzar concesiones del Gobierno de Biden para recortar el gasto público. Un mínimo de responsabilidad hacía entender a McCarthy, entonces, y ahora a Johnson, de que la credibilidad del Gobierno de EE UU en su financiación es más importante. Por eso el anterior portavoz esperó hasta el último momento y sacó adelante una ley de continuidad de solo dos meses que enfureció tanto a los miembros del Freedom Caucus que activaron una moción de censura contra él. Con ello abrieron una crisis de gobierno que acabó, tres semanas después, con la elección de Johnson.
A dos días de que el Ejecutivo federal tuviera que cerrar sus puertas por quedarse sin fondos, el nuevo portavoz optó por este salvavidas que solo prolongará la financiación de una parte del Gobierno hasta el 19 de enero (el Departamento de veteranos, el de Energía, Transporte y construcciones militares) y el resto hasta el 2 de febrero, sin que incluya ayudas para Ucrania ni Israel. Le salva la luna de miel que vive, pero en febrero tendrá que ponerla a prueba.
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