El autor de la masacre de Louisville pretendía denunciar la falta de control en la venta de armas

Ése es «uno de los motivos» que Connor Sturgeon, de 25 años, describió en la extensa carta de trece páginas que dejó a la vista en casa, indicando que se dirigía al banco en el que trabajaba para «matar a todo el mundo». Su compañero de piso la vio y llamó a su madre, la cual telefoneó a los servicios de emergencias para que se lo impidieran. «Necesito su ayuda. Él nunca le ha hecho daño a nadie. Es un chico muy bueno», suplicaba su madre a la operadora. «Nosotros ni siquiera tenemos armas en la casa. No sabemos de dónde las ha podido sacar». añadía.

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María Rego

Él mismo había comprado legalmente seis días antes el rifle semiautomático AR-15 con el que mató a cinco personas en menos de un minuto. Le bastó con rellenar un formulario. Sólo buscaba máxima difusión. La masacre fue retransmitida en directo por Instagram, además por las cámaras de los ordenadores que tenían encendidos los ejecutivos de Old National Bank durante la reunión que interrumpió a tiros. De acuerdo a las leyes del Estado, el arma será subastada, aunque su familia intenta impedirlo y quiere que sea destruida. También ha entregado su cerebro a la ciencia para que se estudie si sufría alguna anormalidad fruto de los deportes que practicaba.

Pese a su esfuerzo, la madre llegó tarde. Para cuando llamó a los servicios de emergencia su hijo ya estaba dentro del banco y había matado a sus víctimas, además de herir a ocho personas. Eran las 8.41 horas. «¿Que ya está allí?», preguntó angustiada la mujer. «¿Puedo hacer algo? ¿Me acerco a hablar con él?». Un minuto y medio después su hijo también estaría muerto. Había planeado terminar la matanza en suicidio, pero un policía lo hizo por él. Su compañero de 25 años, que apenas llevaba diez días en el cuerpo, resultó gravemente herido en el enfrentamiento recogido en vídeo por las cámaras policiales.