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El intercambio de ataques aéreos contra sus respectivas capitales ha dado un giro a la guerra entre Rusia y Ucrania, disparado la tensión mutua por unas agresiones que amenazan sus propios centros de poder y elevado el pánico entre una población que vive ya su ... segundo año de conflicto y ha visto a muchos de sus allegados marchar al frente y morir en el barro. La volcánica situación también cierne su sombra sobre el bloque occidental, donde la OTAN ha debido pronunciarse a favor de la unidad de sus aliados y restar valor a las discrepancias sobre si ha llegado el momento de forzar una solución a una confrontación que no parece tener fin.
Los últimos ataques con drones en territorio ruso, y especialmente el ocurrido en Moscú, donde varios edificios sufrieron daños el martes a causa de un enjambre de aviones no tripulados, ha provocado la reacción inmediata de Estados Unidos. La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, afirmó que la Administración de Joe Biden «ha sido muy clara. Vamos a recabar información y ver exactamente qué ocurre. Pero no apoyamos ataques dentro de Rusia», subrayó en lo que parece un mensaje de advertencia al Gobierno de Volodímir Zelenski.
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El presidente ucraniano ha negado que su ejército esté detrás de estos episodios, aunque el Kremlin le responsabiliza de cometer «actos de terrorismo». Según él, a los mandos de los drones podrían encontrarse los mismos milicianos rusos opuestos a la guerra y a Vladímir Putin que han desarrollado varios sabotajes e incursiones en su propio país. Sin embargo, el tono de la Casa Blanca insinúa un convencimiento escaso. Su rechazo a estas acciones es un mantra que ha repetido «una y otra vez en los últimos meses. No puedo decirlo más claro», sentenció Karine Jean-Pierre.
Tanto la portavoz como el secretario de Estado, Antony Blinken, pusieron negro sobre blanco que el apoyo militar de Washington se ha «centrado en proporcionar a Ucrania el equipamiento y formación necesaria para recuperar su propio terreno soberano», una matización que llevaría implícita la negativa a utilizarlo para golpear el país vecino, pese a que un conjunto notable de analistas ucranianos y occidentales consideren que ese tipo de acciones forman parte de su «autodefensa» ante el invasor.
En contraposición al mensaje de prudencia de la Casa Blanca, el secretario británico para las Relaciones Exteriores, James Cleverly, manifestó el martes que Ucrania tiene el «legítimo derecho» a defenderse «dentro de sus fronteras, pero también más allá». Una frase a la que el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dimitri Medvedev, respondió este miércoles con su habitual tono retador. Calificó al Reino Unido de «enemigo eterno» y amenazó con que las autoridades y mandos militares británicos pueden pasar a ser «objetivo legítimo» del ejército ruso.
Estados Unidos es el principal patrocinador de Kiev en materia militar como consecuencia de que el Kremlin iniciara «una agresión no provocada contra Ucrania» que ha «devastado zonas civiles». Pese a su queja por el episodio moscovita, el Consejo de Seguridad Nacional no olvida que las fuerzas invasoras ordenaron 17 bombardeos sobre Kiev en mayo y que este martes volvieron a arrasar varias de sus calles en respuesta a los drones lanzados contra la capital rusa, cuyos daños fueron mucho más leves.
Sin embargo, la discrepancia respecto a esta última acción resulta muy seria en el contexto actual, en el que Washington tiene la llave para permitir -como ya ha anunciado Biden- o denegar el envío de cazas de combate F-16 a Ucrania. Zelenski juega con fuego si su Gobierno tiene algún tipo de responsabilidad en los ataques al otro lado de la frontera, EE UU no quiere despertar la ira del Kremlin en caso de que la Federación Rusa recibiera un ataque de envergadura en su propio país con armas occidentales, ni correr el riesgo de desencadenar un conflicto global.
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La escalada de incursiones armadas en suelo ruso obligó este miércoles a evacuar a cientos de niños de Bélgorod, una zona fronteriza especialmente castigada en las últimas semanas junto con las de Krasnodar y Briansk. La artillería ucraniana atizó también la región ocupada de Lugansk. En total, se registraron seis muertes y una veintena de heridos. No ha habido respuesta de Putin.
Los enjambres de drones modifican la narrativa de un año largo de invasión. Son más baratos que los misiles y provocan el desgaste de los arsenales rivales al obligar a disparar un número mayor de proyectiles antiaéreos para ser derribados. Otro factor que incentiva su uso reside en la conversión de Ucrania en un dramático campo de experimentación tecnológica para la industria militar, que ha descubierto en los aviones no tripulados un nuevo arma de guerra letal y eficaz al que está sometiendo a una constante evolución en cuestión de meses.
Estratégicamente, algunos expertos ven en estos ataques una táctica militar clásica destinada a distraer a las fuerzas rusas mientras el Gobierno de Kiev ultima su esperado contragolpe. Sea o no casualidad, el Kremlin prohibió este miércoles la exportación de cartuchos para rifles «civiles y militares», así como otras municiones de armas de fuego de distintos calibres; el tipo de material fundamental en la defensa de los miles de kilómetros de trincheras cavadas por los rusos para defender el Donbás ocupado y su propia frontera.
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