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A poco más de una semana de asumir el poder, Donald Trump tiene ya estresada a gran parte de la comunidad internacional con sus amenazas «neoimperialistas», traducidas en sus propuestas de invadir Panamá para recuperar el Canal, utilizar la «fuerza económica y militar si es ... necesario» para hacerse con Groenlandia e incluso llevar a cabo la anexión de Canadá como «Estado 51» de EE UU.
En su conferencia de prensa del martes, Trump añadió aún más combustible al fuego al señalar que «se desatará el infierno en Medio Oriente» si Hamás no libera a los rehenes antes de su investidura el próximo día 20. Si los expertos en la región tienen dificultades para discernir si el magnate habla en serio, en Gaza son mucho más claros: «Ya es un infierno», dijo un ciudadano palestino a 'The New York Times'.
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El mundo está pendiente del presidente electo de EE UU. Francia ha sido uno de los primeros países en reaccionar y lanzó este miércoles una advertencia a Trump sobre sus amenazas a las «fronteras soberanas» de la Unión Europea, después de que el presidente electo se negara ante la prensa a descartar una acción militar para tomar el control de Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca desde 1979.
El ministro de Asuntos Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, no cree que EE UU vaya a «invadir» Groenlandia, pero replicó al líder republicano en la emisora radio France Inter: «No se trata ya de que la UE vaya a permitir que otras naciones del mundo, sean quienes sean, ataquen sus fronteras soberanas. Se trata de que hemos entrado en una era en la que está volviendo la ley del más fuerte».
Después de que el mes pasado, el presidente electo declarara que el control de Groenlandia suponía una «absoluta necesidad» para la «seguridad económica» estadounidense, el primer ministro de la isla, Múte Egede, respondió categóricamente que el territorio autónomo «no está en venta y nunca lo estará». Tanto la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, como Egede señalaron este miércoles que el enclave «pertenece a los groenlandeses» y que son ellos los encargados de decidir su futuro. Tampoco ha sentado bien el viaje personal a esta región del hijo del presidente electo, Donald Trump Jr., realizado este martes, que ha sido interpretado como un desaire al rey danés, Federico X.
Otra respuesta a las declaraciones de Trump llegó desde la orilla del Atlántico. El magnate dijo en otra de sus polémicas manifestaciones que el Golfo de México debería cambiar de nomre y llamarse Golfo de América. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha replicado con los mismos argumentos mostrando ante las cámaras un mapa del mundo de 1607 en el que se registra el nombre de América del Norte como «América mexicana». Y recordó que ya se hablaba de Golfo de México 169 años antes de la existencia de Estados Unidos. «Suena bien, ¿no?», señaló.
Pero al margen de la ironía, en los círculos aliados del nuevo presidente se habla ya de una posible «invasión blanda» de México. Después de la amenaza económica y comercial de elevar los aranceles a este país, la nueva operativa podría implicar ataques a los cárteles de drogas mediante operaciones transfronterizas de fuerzas especiales o con ataques con drones.
En ese sentido, las ambiciones territoriales del magnate inquietan mucho más aún a los panameños, que décadas atrás solían vivir con la presencia del ejército estadounidense en la zona del Canal y ya sufrieron el trauma de una invasión militar a finales de 1989.
Trump basa su amenaza de recuperar este paso por la vía de la acción económica o militar en la necesidad de poner a salvo la «seguridad» del comercio internacional de su país. El presidente electo acusa sin pruebas a Panamá de permitir que soldados chinos controlen el Canal y, además, denuncia la imposición de tarifas de cruce «exorbitantes» a las embarcaciones estadounidenses, que, según él, violan los Tratados Torrijos-Carter. EE UU devolvió a Panamá el control de la vital ruta de navegación que conecta los océanos Atlántico y Pacífico, el 31 de diciembre de 1999.
Tras una primera reacción general de incredulidad e hilaridad, el presidente panameño, José Raúl Mulino, respondió firmemente que el Canal es parte del «patrimonio inalienable» de su nación. Las nuevas declaraciones beligerantes de Trump en las que asegura que el paso está «cayendo en las manos equivocadas»,forzaron al ministro de Asuntos Exteriores, Javier Martínez-Acha, a aclarar que «las únicas manos que operan el Canal son panameñas y así va a seguir siendo».
Con similar firmeza y enojo, Canadá reaccionó a la advertencia del republicano de utilizar la coerción económica contra el país norteamericano para forzar su adquisición por parte de Washington. El primer ministro, Justin Trudeau, que el lunes anunció su salida del Gobierno en cuanto su partido elija a un sucesor, ha sido contundente: «No existe la más mínima posibilidad». Según él, los trabajadores y las comunidades de ambos países se benefician de ser el principal socio comercial y en seguridad del otro.
¿Y qué dice el Partido Republicano? Mientras muchos callan, otros dirigentes tratan de edulcorar la nueva retórica ide Trump con la explicación de que hay 'método en la locura'. Según la estratega conservadora Kristen Soltis Anderson, lo que el presidente electo trata de exponer es que «nos hemos excedido demasiado» en diversos conflictos en el mundo, «pero esto es en nuestro interés».
Trump lo ve todo «como una gran transacción inmobiliaria» y, con el fin de obtener tratos a su favor, utiliza «el mismo manual de creación de marca que en sus negocios -como pretender la denominación Golfo de América-, solo que ahora trata de aplicarlo al Gobierno». En la mente de la mayoría bulle, sin embargo, la pregunta de cómo poner freno a un Trump fuera de control.
Varapalo a Donald Trump. El tribunal de Apelaciones de Nueva York ha rechazado el intento del presidente electo de detener el anuncio, mañana, de la sentencia correspondiente a su condena por 34 cargos criminales derivados del dinero pagado a una estrella de cine pornográfico, Stormy Daniels, para que no desvelara que había mantenido una relación sexual con el multimillonario.
La solicitud de Trump a la División de Apelaciones, un tribunal estatal de nivel medio, era un esfuerzo de última hora para bloquear el fallo del juez Juan Merchán y que el veredicto no se conociera antes del 20 de enero, fecha de la toma de posesión del magnate como presidente del EE UU.
En cualquier caso, Merchán ha anticipado que no enviará a la cárcel a Trump, sino que se inclina por una exención incondicional de la condena. Es una sentencia no firme y puede ser recurrida.
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