La crisis de los objetos voladores abierta entre Estados Unidos y China hace poco más de una semana tras la detección y el posterior derribo de un globo-espía asiático sobre el Atlántico se ha intensificado en las últimas horas. Ayer aviones de combate estadounidenses ... derribaron un nuevo artefacto, esta vez en el estado de Montana. Es el cuarto en poco más de una semana desde que el 4 de febrero las fuerzas armadas destruyeran un globo-espía chino en Carolina del sur. El gigante asiático, que alega que no era más que una sonda científica sin ninguna intención relacionada con el espionaje que se había desviado de su curso previsto, respondió sumándose a los anuncios de avistamientos al asegurar haber detectado otro artefacto sin identificar en su territorio y estar «preparado» para eliminarlo.
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El último objeto no identificado fue avistado sobre el lago Huron, cerca de la frontera con Canadá, y según el portavoz del Pentágono, Patrick Ryder, tenía forma octogonal. Por orden del presidente Joe Biden, un caza F-16 lo derribó a las 14.42 horas local -nueve menos veinte en España-, ya que fue detectado cerca de espacios «militares sensibles», lo que provocó el cierre del espacio aéreo estadounidense. Según un funcionario, la estructura parecía tener cuerdas colgando pero sin una carga perceptible. El objeto, en cualquier caso, volaba a 20.000 pies de altura (6.100 metros) y, según el propio Pentágono, «podría haber tenido actividades de vigilancia». «Necesitamos los datos sobre su origen, su propósito y por qué su frecuencia está aumentando», urgió Debbie Dingell, una de las legisladoras de Michigan que aplaudió a los militares por derribarlo.
Lo cierto es que la proliferación de estos avistamientos tiene en situación de alerta a las autoridades estadounidenses. No en vano, el viernes fue destruido un artefacto misterioso en Alaska y el sábado otro en Canadá. En ninguno de los casos se ha querido pronunciar de nuevo la palabra globo, o al menos no con contundencia y de manera oficial, pero su sombra sobrevuela cada hallazgo. Y eso no ayuda a aliviar la tensión entre Washington y Pekín, cuya reunión -el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, tenía previsto el viaje para el 5 de febrero- sigue sin recuperarse en la agenda.
Sospechas de espionaje
Mientras, continúan las operaciones de búsqueda y recuperación de los restos de estos objetos en territorio norteamericano para analizarlos, ya que su origen y características siguen siendo un misterio. En cualquier caso, el líder de la mayoría del Senado de EE UU, el demócrata Chuck Schumer, confirmó ayer que los funcionarios de seguridad nacional «creen» que estos últimos elementos también se tratan de globos-espía, aunque sean de menor tamaño.
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Las autoridades chinas, que saben que cargan con las sospechas sobre la procedencia de estos artefactos y sobre sus maniobras de espionaje, optaron sin embargo por elevar la tensión. Así se interpreta que anunciasen que su Ejército también ha avistado otro artefacto no identificado en aguas del mar Amarillo, cerca de la costa de la ciudad de Rizhao, al este del país.
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