El grito desgarrador de José Andrés tras la muerte de siete voluntarios de su ONG en Gaza: «Deben parar esta matanza»

Día de luto en World Central Kitchen (WCK), la ONG del chef asturiano José Andrés, tras la muerte de siete empleados en un ataque de Israel contra los vehículos blindados en los que viajaban en Gaza. «Es un día muy duro y estoy desconsolado. Yo he trabajado codo con codo con varios de ellos en otras misiones, eran familia», explica el chef español a este periódico desde el otro lado del teléfono con la voz rota. Los fallecidos son de Australia, Polonia, el Reino Unido, un ciudadano con doble ciudadanía de Estados Unidos y Canadá, y Palestina y algunos de ellos tenían una dilatada experiencia trabajando para esta organización en otras zonas de conflicto como Ucrania.

«Lo peor de todo, más allá de esta tragedia, es que estas muertes no sirvan para parar la guerra», reflexiona José Andrés, cuya primera reacción al ataque de Israel en forma de mensaje en X superó en pocas horas 28 millones de reproducciones. El popular chef aprovechó este mensaje para pedir a Israel que «deje de restringir la ayuda humanitaria, de matar a civiles y trabajadores humanitarios y de utilizar los alimentos como arma».

La organización emitió un comunicado en el que explicó que «el equipo se desplazaba por una zona no conflictiva en dos vehículos blindados con el logotipo de WCK (…) A pesar de coordinar los movimientos con las FDI, el convoy fue alcanzado cuando salía del almacén de Deir al-Balah, donde había descargado más de cien toneladas de ayuda alimentaria humanitaria».

En opinión de Erin Gore, directora ejecutiva de WCK, «esto no es sólo un ataque contra WCK, es un ataque contra organizaciones humanitarias que aparecen en las situaciones más espantosas donde los alimentos se utilizan como arma de guerra. Esto es imperdonable».

WCK cuenta con 73 cocinas en Gaza y reparte una media de 335.956 comidas al día. La organización ha sido también pionera a la hora de abrir el corredor marítimo en coordinación con el barco de la ONG española Open Arms.

El ejército de Israel, como hace cada vez que ocurre una situación tan mediática, asegura que ha puesto en marcha «un examen en profundidad al más alto nivel para comprender las circunstancias de este trágico incidente». Las imágenes difundidas por medios árabes como Alaraby muestran uno de los vehículos de la organización perfectamente señalizado y con un claro impacto en el techo de los proyectiles. Más que un «trágico accidente» el tipo de impacto revela un ataque de precisión desde el aire. El segundo vehículo quedó totalmente calcinado.

La muerte de los voluntarios ha puesto contra las cuerdas al Gobierno de Benjamín Netanyahu, al que exige una investigación concienzuda. Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea, además de los países de origen de las víctimas, ya han instado públicamente a aclarar un ataque que «horroriza», según expresión del presidente español, Pedro Sánchez. El bombardeo «prueba que la resolución de Naciones Unidas que pide un alto el fuego inmediato, un acceso humanitario total y una protección reforzada de los civiles debe aplicarse de manera inmediata», ha señalado, por su parte, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.

WCK se suma a la larga lista negra de organizaciones humanitarias atacadas por Israel desde el 7 de octubre. La agencia para los refugiados palestinos de la ONU (UNRWA) ha registrado «un número sin precedentes de violaciones contra su personal e instalaciones que supera cualquier otro conflicto en el mundo», reza su último comunicado. En estos seis meses al menos 165 miembros del equipo de UNRWA han muerto y más de 150 instalaciones fueron alcanzadas, algunas totalmente destruidas, entre ellas muchas escuelas convertidas en refugio para miles de desplazados. El organismo internacional ha denunciado además que su personal detenido ha sido maltratado y humillado.

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