María Pavlovska, Anastasia Zhythyk, Olha Novik, Rafael Mojas, Daría Pavlovska, Maite Pérez y Jorge González, frente a la sede de Expoacción, en Gijón. A. GARCÍA

Dima, el niño ucraniano con una hermana en Gijón que conmovió Asturias

Los asturianos que acogen a niños ucranianos se movilizan para traerlos y la asociación que organiza sus estancias cada verano busca opciones para evacuarlos y cuenta con un centenar de familias voluntarias

NOELIA A. ERAUSQUIN

GIJÓN.

Sábado, 26 de febrero 2022, 00:49

Cada año pasan su verano en Asturias una veintena de menores ucranianos acogidos por familias asturianas. Para ellas, el conflicto adquiere otra dimensión. Entre los bombardeos están sus niños, con los que han forjado un vínculo especial. Desde allí llegan audios, fotografías y vídeos que ... muestran cómo están viviendo la guerra. Muchos se han refugiado en el metro o en los sótanos de los edificios junto a sus padres, intentando ponerse a salvo de las bombas y combates; otros han emprendido la huida hacia la frontera con Polonia sin saber si podrán atravesarla. La preocupación es máxima.

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Ante esta situación, Expoacción, la asociación que lleva 16 años organizando la acogida de estos niños en la región, se ha movilizado para intentar traerlos. El teléfono de su presidente, Jorge González, no para de sonar. Ya hay un centenar de familias que se han ofrecido a acoger a esos pequeños. Porque no es solo esa veintena que vino el verano pasado, están también los que ya son algo mayores y lo hicieron antes, los que han venido en ocasiones esporádicas, sus hermanos...

Expoacción se ha puesto en contacto con la Delegación del Gobierno y con el Principado. La respuesta es que se trabajará en ello, pero desde esta asociación se sabe que no es fácil. En Kiev se ha desalojado hasta la embajada. Habría que lograr llevar a la frontera con Polonia a los menores, niños que están ya diseminados por distintas zonas de un país en guerra; conseguir documentación para que pudieran entrar en la Unión Europea y luego que viajaran a través de todo el continente hasta Asturias.

Pocos, pero algunos de esos niños habituales de los veranos asturianos, ya están aquí. Es el caso de Olha Novik, de 13 años, que llegó por primera vez a Quintes (Villaviciosa) con ocho y ha estado aquí tres veranos. La pandemia interrumpió esos viajes. Sin embargo, con la experiencia de una prima, que estudiaba en España, preguntó a sus padres de acogida si ella también podía hacerlo y estos, Maite Pérez y Rafael Mojas, iniciaron los trámites para poder traerla. «Fueron horrorosos», recuerdan, así que no quieren ni imaginar cómo puede ser ahora. Por eso no han dicho nada a los que están en Ucrania, «para que no se hagan ilusiones».

Ellos pudieron recoger en septiembre a Olha en Kiev y ahora estudia en el instituto de la Laboral, en Gijón. Desde que estalló la guerra, los tres viven pendientes del teléfono. En la capital ucraniana esta adolescente ha dejado a su madre y a dos hermanos, Dima, de 11 años, y Danik, de 20, al que han llamado a filas. De momento no le obligan a alistarse, pero el temor está ahí. «Dice que lucharía por su país, pero que él es el cabeza de familia y que su prioridad es su familia, que espera no tener que decidir», comenta Mojas. «Prefiero morir con mi madre», ha llegado a decir Olha, muy preocupada por no estar con los suyos.

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Sin poder regresar

María Pavlovska tiene 17 años y también estudia en la Laboral desde este año. Antes pasó veranos en Almagro y en Gijón. Aquí vive desde hace tres años su hermana Anastasia Zhythyk, casada con un compatriota ucraniano, y el 30 de enero ambas recibieron la visita de su madre y de otra hermana, Daría, a las que la guerra les ha pillado en Gijón. Ahora no pueden regresar.

La noticia les llegó en la madrugada del jueves. Fue su padre el que las despertó con una llamada desde Ucrania para advertirles de que estaban en guerra. Desde entonces, apenas pueden dormir. Su abuela y dos de sus hermanas, de 21 y 22 años, están en un refugio en Kiev, mientras que su padre está en alguna zona en la frontera con Polonia, junto a su hermano mayor, de 27 años, y tres menores, de 15, 12 y 10 años. No les dejan salir del país. Está prohibido que lo abandonen los varones de entre 18 y 60 años. Otros jóvenes, que de niños vinieron a Asturias, han sido reclamados para el combate.

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Desde el coche les han mandando varios vídeos. Ahora intentan llegar a casa de unos conocidos, cerca de Eslovaquia. «Nuestra esperanza es que abran las fronteras», relata Anastasia, preocupada también por una amiga con niños pequeños como los suyos y cuyo cáncer estaba en remisión. Ahora no sabe si podrá seguir el tratamiento o qué pasará. Mientras, la guerra es una conversación constante. La familia de su marido vive cerca del Donbass, una de las zonas críticas. «Mi hijo de 5 años reza para que pare la guerra», explica Anastasia, «tan pequeño ya lo entiende todo».

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