«Hay que dar nueva vida a esta comunidad autónoma, hacer de ella un lugar atractivo para las inversiones productivas», asegura María Jesús de la Grana, y como propuesta: «Abriría a la ciudadanía un 'brainstorming' público, donde las personas pudiesen aportar sus ideas para dar ... un impulso al desarrollo de la región». Esta asturiana, nacida hace 55 años en «Fuejo, un pueblín de cuatro casas entre Cabruñana y El Fresno, en el límite entre Salas y Grado, en una familia de agricultores y ganaderos», concurre el próximo día 25 a las elecciones al Parlamento italiano con la formación política +Europa, un partido europeísta y liberal que forma parte de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa en el Parlamento Europeo.
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En esta aventura, esta licenciada en Derecho por la Universidad de Oviedo, que reside entre Roma y Colonia, trabaja con la ilustre Emma Bonino, de la que destaca «su coherencia y su labor desde hace décadas por la defensa de los valores del europeísmo y de los derechos civiles, en especial, los de las mujeres y los niños más desfavorecidos del planeta». Cualidades que la hicieron merecedora en 1998 del Premio Príncipe de Asturias (ahora Princesa) de la Cooperación Internacional.
«Desde mi punto de vista, los asturianos que viven o han vivido en el extranjero o en otras partes de España podrían aportar las experiencias personales que saben que han sido eficaces en otros lugares. Inspirarse en lo bueno y efectivo que otros han hecho creo que podría ser muy positivo», asegura.
En este momento, piensa que es fundamental decidir cómo invertir los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia con visión de futuro, inteligencia y sentido práctico, para usar de la manera más eficaz posible esta gran oportunidad de modernización que la Unión Europea brinda a nuestra comunidad autónoma. «Empezando por dar el acceso a internet rápido para trabajar y estar en conexión con el mundo desde cada rincón».
Aunque se encuentra inmersa en muchos proyectos lejos de su tierra, prosigue su vínculo estrecho con ella, a la que regresa con frecuencia junto a su familia. Tiene dos hijos, de 26 y 19 años. El mayor ha estudiado en la Universidad de Bath y el pequeño estudia en la de Maastricht. «Han pasado todos los veranos de su infancia en Fuejo con los abuelos y los tíos», comenta. Añora sus raíces pero la vida le llevó por otros derroteros.
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Mientras estaba preparando oposiciones, conoció a un italiano que se convirtió en su marido. Se fue a Italia y decidió «estudiar no italiano sino en italiano». Hizo dos másters postuniversitarios -uno en Derecho Comunitario y otro en Biblioteconomía- y el Doctorado. Trabaja como traductora e intérprete, fundamentalmente en el ámbito jurídico. Se afilió al Consejo Asturiano del Movimiento Europeo Internacional, creado en 1948. En enero del 2021, dio un paso más y se unió a +Europa, «ante el auge creciente del soberanismo y antieuropeísmo en Italia».
Pese a los efectos de la pandemia y la crisis energética, dice que «saldremos de esta. ¿Cómo? Arrimando todos el hombro y remando en la misma dirección. Y cuando digo todos, me refiero a todos los países de la Unión Europea. Trabajando todos unidos y con solidaridad se crea un efecto sinérgico que nos llevará a llegar al final del túnel. Divididos somos más pequeños y frágiles. Juntos, más fuertes y resilientes».
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Dice que eligió un partido «con fuerte convicción europeísta, donde las libertades del individuo tuviesen especial relevancia». Y recuerda que «solamente en Asturias hay 2.000 ciudadanos italianos residentes, que podrán emitir su voto la próxima semana. En Asturias, cree, hay muchas personas inteligentes y luchadoras «trabajando duro que necesitan más apoyo para sacar adelante sus proyectos. Es necesario un impulso ulterior y los fondos del Plan de Recuperación son esenciales para sostener la evolución hacia una economía digital y verde».
Repite que se siente muy orgullosa de sus raíces asturianas y de las posibilidades que ha tenido de estudiar y viajar por países diferentes. «Mi madre tiene sólo 22 años más que yo pero, como muchas otras mujeres de su generación, no tuvo oportunidad de estudiar. Nació en una familia de agricultores y ganaderos y en ello trabajó toda su vida. Yo nací niña de pueblo y hoy me considero ciudadana europea y mujer de mundo», señala.
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