![Japón se prepara para abdicación del emperador Akihito en favor de su hijo Naruhito](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/201904/29/media/cortadas/akihito-k7NG-U8076497230SYB-624x385@El%20Comercio.jpg)
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Japón cerrará este martes la era 'Heisei' (paz) del emperador Akihito, el período más pacífico que ha tenido el país en su reciente historia, y abrirá al día siguiente la era 'Reiwa' (bella armonía) con el sucesor Naruhito. Se consumará así el primer relevo en vida en el Trono del Crisantemo en dos siglos.
La última vez que hubo una abdicación imperial en Japón fue el 7 de mayo de 1817, cuando lo hizo Kokaku. Los emperadores de entonces no solían superar los 40 años al frente del Trono del Crisantemo, pues fallecían jóvenes o eran forzados a abdicar.
Akihito, de 85 años, anunció ya el 8 de agosto de 2016 que por su avanzada edad y su quebrantada salud (sufrió dos intervenciones quirúrgicas este año) le resultaba difícil cumplir con sus funciones, pero ese no era el anunció oficial sobre su deseo de abdicar, porque la ley de entonces no lo permitía. Para ello fue necesario aprobar una ley especial, que permitió al Gobierno anunciar el 1 de diciembre de 2017 que la sucesión del trono se haría entre el 30 de abril y el 1 de mayo de este 2019.
El protocolo comenzará este martes a las 17 horas, hora local, (08.00 GMT) en la Sala de Pino, la mejor y mayor del Palacio Imperial de Tokio y durará unos diez minutos. Se espera que ahí Akihito pronuncie sus últimas palabras como emperador, eso sí, después de que el primer ministro nipón, Shinzo Abe, como representante del pueblo de Japón, anuncie formalmente la abdicación del emperador ante la presencia de las 338 personas que participarán en el acto.
Con la ceremonia del martes, Akihito cederá dos de los símbolos y tesoros del Trono del Crisantemo que ha custodiado durante tres décadas: la legendaria espada Kusanagi y una joya de jade.
El miércoles, a partir de las 10.30 hora local (01.30 GMT), será el turno de Naruhito, que asumirá el Trono del Crisantemo en una ceremonia con la presencia de miembros de la Casa Imperial y altos funcionarios de los tres poderes del Estado. Es un ritual que no está abierto a mujeres, pero en esta ocasión sí estará presente una, la única ministra del gabinete de Abe, Satsuki Katayama. Entre los ausentes se encuentran quien desde el día anterior será el emperador emérito Akihito.
Los actos de esta semana se cerrarán el sábado con la primera comparecencia en público de Naruhito como emperador, quien, en seis ocasiones, cumplirá con el tradicional saludo desde los balcones del Palacio Imperial.
Pero no será hasta el 22 de octubre cuando jefes de Estado extranjeros acudan a las ceremonias públicas por la ascensión al trono de Naruhito. Han sido invitadas unas 2.600 personas. Antes de eso, y a no ser que haya cambios de última hora, será el presidente estadounidense, Donald Trump, el primer jefe de Estado que se reunirá con el emperador Naruhito, durante la visita oficial a Tokio que comenzará el 25 de mayo.
Japón se ha visto obligado a reforzar a seguridad en Tokio, en especial entorno al Palacio Imperial, ubicado en el centro de la ciudad, lugar donde Akihito cederá el trono a su hijo Naruhito. Los buzos han comprobado las aguas de los fosos rodean a la residencia oficial. También se aumentarán las medidas de seguridad en la residencia oficial del príncipe heredero, el palacio de Akasaka, de cara al miércoles. El despliegue que inicia el martes se mantendrá al menos hasta el jueves, cuando se espera que Naruhito haga su primera aparición pública como emperador de Japón, de acuerdo con Kiodo News.
La abdicación de Akihito, quien pasará a ser emperador emérito, es un hecho histórico que será recordado como el fin de la era 'Heisei', que comenzó tras el fallecimiento del emperador Hirohito, en 1989. Akihito, ha sido un emperador próximo al pueblo, todo lo contrario a sus predecesores. Tal es así, que el pueblo parece estar satisfecho con él. Así lo muestra una encuesta hecha el marzo pasado por el diario Mainichi, que determinó que el 87 % de los japoneses cree que Akihito ha cumplido cabalmente con el papel que le encarga la Constitución, la de servir como símbolo del Estado y de la unidad del país.
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