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COLPISA/ AFP
Shenzhen (China)
Lunes, 30 de diciembre 2019, 09:56
He Jiankui, el científico chino que el año pasado provocó una polémica mundial al crear a los primeros bebés genéticamente modificados, ha sido condenado a tres años de prisión y a una fuerte multa. El investigador anunció en noviembre de 2018 el nacimiento de unas gemelas con el ADN modificado para resistir al virus del sida que había contraído el padre, y dijo sentirse «orgulloso» del resultado de sus investigaciones. Pero el gobierno chino, acusado de laxitud, ordenó la suspensión de sus actividades y abrió una investigación contra él.
El científico, de 35 años, fue condenado el lunes por un tribunal de Shenzhen, la ciudad donde investigaba, por «realizar ilegalmente la manipulación genética de embriones con fines reproductivos», según Xinhua, la agencia china de noticias, que refiere el nacimiento de un total de tres bebés genéticamente modificados. Las autoridades chinas dijeron en enero de 2019 que otra mujer estaba embarazada de un niño con el ADN modificado, aunque el nacimiento de ese bebé no se confirmó.
He Jiankui fue condenado a pagar una multa de tres millones de yuanes (unos 384.000 euros) junto a tras dos personas, sin precisar qué funciones desempeñaron. Se trata de Zhang Renli, condenado a dos años de prisión y a una multa de un millón de yuanes, y de Qin Jinzhou, a un año y medio de prisión condicional y de una multa de 500.000 yuanes. Ambos pertenecían a «institutos médicos de la provincia de Guangdong» y fueron condenados por «violar la reglamentación sobre la investigación científica y la gestión de la medicina».
Formado en la prestigiosa universidad de Stanford (Estados Unidos), He Jiankui, explicó que había usado el sistema Crispr-Cas9, las llamadas «tijeras genéticas», que permite extraer y sustituir las partes indeseables del genoma. Su simplicidad ha estimulado a muchos investigadores. Pero al modificar el genoma el investigador chino provocó otras mutaciones que serán transmisibles a sus descendientes.
«La tecnología todavía no es segura», asegura Kiran Musunuru, un profesor de genética de la universidad estadounidense de Pensilvania. Muchas veces las «tijeras» Crisp cortan otro gen distinto al inicialmente previsto. «Es fácil utilizarlas si no te importan las consecuencias», según Musunuru. Las dos gemelas, conocids por los seudónimoas de Lulu y Nana, siguen siendo anónimas y se desconoce su paradero.
El juicio contra Jiankui y sus colaboradores fue a puerta cerrada, porque es un caso que afecta a la «vida privada», indicó Xinhua. «El tribunal consideró que los tres acusados no obtuvieron cualificaciones médicas y buscaban fama y lucro». Cuando estalló el escándalo, China fue acusada de falta de supervisión. Entonces el gigante asiático carecía de leyes sobre esta cuestión, aunque una reglamentación de 2003 prohibía la manipulación genética de embriones pero no preveía penas para los infractores. Una nueva norma anunciada en febrero pasado contempla multas de 100.000 yuanes por las manipulaciones genéticas.
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