Enrique Arenas
Jueves, 14 de mayo 2015, 03:21
Ángel Fernández y Pepa Cucarella, los montañeros asturianos que sobrevivieron en Nepal a dos terremotos en 18 días, llegaron ayer por la mañana a España. Tras un largo viaje de casi 15 horas, vía Doha (Catar), los montañeros pisaron tierra en Madrid a primera hora de la mañana y poco después del mediodía llegaron al aeropuerto de Asturias. Tuvieron mucha suerte, porque, pese al peligro que corrieron al encontrarse en medio del desastre provocado por los dos seísmos, llegaron sin un arañazo. Ya en casa narraron su aventura. «El primer terremoto nos cogió en la montaña y no nos dimos cuenta de su importancia hasta dos días después, cuando vimos bajar del campo base del Everest a una avalancha de gente con la cara descompuesta. Con el susto en el cuerpo, se tiraron como locos a escapar de allí y a llegar como fuera a Katmandú, pero nosotros hicimos lo contrario y volvimos a subir a la montaña», dijeron.
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Era la primera vez que viajaban al país asiático y, pese lo ocurrido, aseguraron que «pensamos volver, porque la gente de allí es especial y tenemos mucho que aprender de ellos». Pepa Cucarella, médico del Hospital Central de Asturias, de origen valenciano, y Ángel Fernández, comercial ovetense, ambos apasionados de la montaña, partieron hacia Nepal una semana antes de que se produjera el primer terremoto, en un viaje que organizaron ellos mismos. El primer movimiento de tierra les cogió en el valle de Gokio, mientras realizaban una ruta de trekking, y tuvieron la suerte de que esa zona apenas resultó afectada por el seísmo. El pánico desatado, sin embargo, les llevó a suspender la marcha y decidieron dirigirse a Namche Bazaar, la considerada como puerta del Himalaya. «Nos parecía una locura bajar a la capital, porque estaba todo colapsado, incluido el aeropuerto, y para estar allí tirados optamos por alargar la estancia en el monte y echar tiempo hasta que todo se relajara un poco».
El segundo terremoto fue más complicado para ellos, porque les sorprendió en Katmandú mientras tomaban unas consumiciones en un bar, poco antes de salir para el aeropuerto, rumbo a España. Según explicaron, «notamos que todo se movía y del bar nos sacaron a una terraza hasta que pasó. No tenemos ni idea de cuánto duró, porque en un momento determinado desconocíamos si seguía el seísmo o si eran nuestras piernas las que seguían temblando sin control». Después del gran susto se fueron al hotel para recoger el equipaje y trasladarse al aeropuerto, con las mochilas bien llenas de historias para contar en un viaje que no olvidarán nunca.
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