Los mapas de las matanzas olvidadas: la guerra del Congo

La guerra de Ucrania y el conflicto de Oriente Medio han alejado del foco la matanza sistemática que se está produciendo en el Congo desde comienzos de año. Amnistía Internacional, entre otros organismos internacionales, ha denunciado las continuas violaciones de derechos humanos en la región, en una guerra que ha provocado miles de muertos y cientos de miles de desplazados. Un escenario sangriento que se produce en un país azotado por enfermedades como el ébola.

Las nuevas matanzas comenzaron en enero pero sus raíces se extienden en el tiempo, quizás desde que el país se liberó de la colonización belga en los años 60. La destrucción del Congo no se puede entender sin conocer la importancia de los minerales de la región, en la que se explotan, entre otras, minas indispensables para el desarrollo tecnológico de Occidente. Y tampoco puede obviarse que no se trata de un conflicto aislado, sino que los países fronterizos llevan años azuzando la guerra. Estas son algunas claves para entender lo que está ocurriendo en esta zona de África.

La rebelión comenzó en enero de este año, cuando el grupo guerrillero M23 se alzó en armas y conquistó la ciudad de Goma. El descontrol que provocó la llegada de los milicianos a un área de dos millones de habitantes hizo que se multiplicasen los pillajes y los asesinatos, ya que las fuerzas oficiales del Congo abandonaron la región.

El origen del conflicto se sitúa en los conflictos raciales que arrasaron Ruanda en 1994. Los hutus pusieron en marcha un genocidio de tutsis que provocó que cientos de miles de miembros de esta etnia huyesen al Congo (en ese momento, Zaire) como refugiados. Su llegada provocó un desequilibrio interno que facilitó la revuelta de Laurent Kabila, quien acabaría con el dictador Mobutu. Esa fue la Primera Guerra del Congo. Entre 1998 y 2003 se desarrolló la Segunda Guerra del Congo, conocida también como Guerra Mundial de África por los países que intervinieron. Fue el conflicto en el que estalló el drama de los llamados niños soldados, -menores secuestrados y convertidos en milicianos-. Una de las claves del conflicto fue el control de las minas de coltán, un mineral indispensable para la tecnología occidental porque se usa en la fabricación de teléfonos móviles, entre otros objetos. Los ecos de esta guerra perduran hoy en día y también son el origen de las actuales revueltas.

En la Guerra Mundial de Africa, Angola, Zimbabue, Namibia, Chad y Libia apoyaron al Gobierno de Kabila en el Congo. Por su parte, Uganda, Ruanda y Burundi respaldaron a los rebeldes que pretendían tomar la capital del Congo, Kinsasa.

Pese a que desde 1999 se desplegó un contingente de los cascos azules para vigilar la aplicación del acuerdo de paz firmado ese mismo año, los enfrentamientos no cesaron. En 2001 fue asesinado el presidente del Congo, el maoista Laurent Kabila, y le sustituyó en el cargo su hijo Joseph. Este mandatario ha sido acusado de permitir matanzas en poblaciones, corrupción para mantenerse en el cargo y enriquecimiento ilícito. En 2018 fue sustituido en el cargo por Félix Antoine Tshilombo Tshisekedi, el actual presidente.

El nombre del grupo rebelde que ha propiciado el último conflicto es Movimiento 23 de marzo. Esa es la fecha en la que se firmó un acuerdo de paz para poner fin a la segunda guerra del Congo. Los insurgentes utilizaron ese día para bautizarse, ya que entendieron que no se habían respetado los términos del pacto -en especial, la incorporación de los grupos guerrilleros a las fuerzas armadas regulares- por lo que se levantaron en armas.

Han operado en la provincia de Kivu del norte, cuya capital es Goma. En noviembre de 2012 ya consiguieron tomar esta ciudad durante más de un mes, pero se retiraron tras un acuerdo de paz. Han sido acusados por distintos países, entre ellos Estados Unidos, de estar respaldados por Ruanda. La mayoría de sus componentes son tutsis, la etnia que fue masacrada en el genocidio de Ruanda de 1994.

Goma es la capital de la región de Kivu del Norte. Es la ciudad más cercana a la frontera con Ruanda. En 1994 vivió una crisis sin precedentes cuando los hutus que huían de las matanzas étnicas se refugiaron en la ciudad. Se estima que al menos un millón de personas llegaron a una urbe de 250.000 habitantes. En la Segunda Guerra del Congo, las guerrillas respaldadas por Uganda y Ruanda ocuparon esta ciudad en los primeros días del enfrentamiento, con la intención de llegar hasta Kinshasa, algo que no consiguieron. En enero de este año, la ciudad fue escenario de la entrada de guerrilleros del M23, que no tuvieron problemas en conquistar el poder ante el abandono del Ejército congoleño.

En Bukavu, la capital de Kivu del sur, sucedió lo mismo. Las fuerzas de seguridad congoleñas huyeron ante la llegada de los rebeldes. Según el Gobierno congoleño, desde enero se han registrado más de 8.500 muertes en la zona de Goma y Bukavu a consecuencia de los enfrentamientos armados.

Una de las claves de las guerras del Congo es el coltán, un mineral formado por columbita y tantalita. Este último material es el que ha permitido reducir el tamaño de las baterías eléctricas por su capacidad para actuar como condensador. La tecnología moderna no sería posible sin el coltán y se estima que el Congo posee una de sus grandes reservas, aunque no hay unanimidad sobre cuál sería su alcance de estos depósitos.

Las principales minas de coltán se encuentran al norte de la ciudad de Goma, en las montañas del parque Nacional Kakuzi Biega, lo que también explica la importancia de esta ciudad. Diversas organizaciones internacionales han acusado a los distintos grupos guerrilleros de financiarse a través del contrabando de coltán, que luego es vendido para su uso en la industria occidental. Según estas investigaciones, el material es enviado a Uganda y Ruanda de manera ilegal, desde donde se distribuye por canales clandestinos. Además de las explotaciones ilegales, en la zona también hay minas de capital chino.

Las riquezas minerales del Congo incluyen yacimientos de diamantes, cobalto, oro, estaño y tungsteno, entre otros minerales. Al sur de Goma, por ejemplo, se encuentra la provincia de Katanga, donde se halla la mina de Shinkolobwe. En este yacimiento se extrajo el uranio que fue utilizado en el proyecto Manhattan y en la fabricación de las bombas atómicas que fueron arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

En los años 60, Katanga declaró su independencia del Congo, una decisión que fue respaldada por las compañías mineras occidentales -principalmente belgas- que operaban en la zona. En esa rebelión fue asesinado el primer presidente del Congo tras la independencia, Patrice Lubumba. Su muerte permitió que el dictador Mobutu Sese Seko llegase al poder.

Uno de los momentos más terribles de la rebelión actual se produjo a comienzos de año, cuando la prisión central de Munzenze, en Goma, fue abandonada por los guardianes ante el avance de los guerrilleros del M23. Más de 4.400 reclusos escaparon de sus celdas. Una de sus primeras acciones fue asaltar el ala de mujeres de la cárcel, donde violaron y asesinaron a cientos.

A la fuga de estos presos se unió la de otras prisiones de Bukavu y localidades de las inmediaciones. Según distintas ONGs de la zona, estos presos se han unido a los grupos rebeldes o han protagonizado disturbios y actos de venganza contra las personas a las que acusan de haber entrado en prisión. También se han producido linchamientos de algunos de los reclusos fugados.

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