El presidente de Gambia pide a las mujeres que no usen ropa interior porque les impide concebir

Antes dijo haber curado el sida y el asma. Jammeh acaba de proclamar la república islámica en su país

Gerardo Elorriaga

Miércoles, 16 de diciembre 2015, 04:59

El presidente de Gambia se preocupa por el futuro y la salud de sus ciudadanos como pocos dirigentes en el mundo. La máxima autoridad en el estado más pequeño de África continental se afana en el combate contra la enfermedad y la miseria que padecen los suyos con una gestión personalista y hierbas, muchas hierbas. Su Excelencia el Jefe Profesor Alhaji Doctor Yahyah Abdulaziz Jaemus Jumung Jammeh Naasiru Deen Babili Mansa ha recorrido el país como si se tratara de una figura del espectáculo con su tour Diálogo con el pueblo en el que ha dado cuenta de sus propios avances como experimentado curandero en uno de los territorios más pobres del planeta. La más reciente ha sido, literalmente, dejar el destino del país en manos de Alá. Lo ha convertido por decisión personal en una república islámica, la primera de la región subsahariana.

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El mandatario, de 50 años, ha transgredido el texto constitucional, que declara la laicidad del país, pero le ha quitado hierro al asunto, advirtiendo de que la imposición del nuevo estatus no implica ni la aparición de una policía de la virtud, ni coerción alguna contra la minoría cristiana, el 5% del total, ni la puesta en marcha de nuevos códigos de vestimenta. Y eso que, a su juicio, las mujeres de Gambia están influidas por la moda occidental, lo que afecta directamente a los índices de natalidad. Así que Jammeh les ha aconsejado que, para que puedan concebir, empiecen por ventilar sus partes íntimas, «asfixiadas» por la ropa interior y los vaqueros que muchas gambianas visten siguiendo las tendencias que llegan de Europa y, que son, según dice, «ajenos a nuestra cultura».

«Las mujeres de este país están enfrentándose a la infertilidad y a todo tipo de enfermedades. Vuestras partes privadas necesitan algo de aire para poder funcionar de forma efectiva. ¿Cómo vais a poder concebir si vais vestidas con pantalones apretados y ropa interior? Debéis cambiar vuestra vestimenta si queréis tener un bebé». E insistió: «No tenéis que llevar pantalones ajustados y ropa interior para atraerme. Muchas chicas jóvenes en este país no pueden concebir hijos debido a su estilo de vestir». Y todo ello a pesar de que en Gambia, las mujeres tienen una media de 5 hijos.

La infertilidad es uno de los males que Jammeh combate con pócimas, aunque el Programa de Tratamiento Alternativo del Presidente, dotado de una clínica particular, también incluye remedios contra la hipertensión, la diabetes o el infarto cerebral. En 2007, anunció que podía curar el sida y el asma, e, incluso, instó a los pacientes a abandonar los tratamientos antirretrovirales. Años después, lejos de corregir, seguía manteniéndolo.

Orgías sexuales

«La felicidad del pueblo» ha sido el objetivo de la gestión política de este militar de carrera que accedió al poder mediante un golpe de Estado en 1994, y lo ha mantenido a través de su victoria incontestable en los comicios posteriores. Esa política ha guiado su lucha contra males como la pobreza, que aún atenaza al 60% de los nativos, la malaria o la homosexualidad, una lacra que, en opinión de Jammeh, amenaza la existencia humana. Para impedir el fin de la especie, el dirigente anunció una legislación con la que cortaría la cabeza de cualquier gay o lesbiana descubiertos en el país. La prensa también se ha convertido en un riesgo sanitario ya que el acoso contra los comunicadores se ha cobrado la vida de varios periodistas.

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La proclamación del islamismo oficial se relaciona con la lucha de Jammeh contra el bagaje colonial de esta antigua dependencia británica. De hecho, el país abandonó la Commonwealth hace dos años y quiere suprimir el inglés como lengua oficial. A ese respecto, la profesión de fe musulmana no se liga tanto a la radicalización fundamentalista, sino a la necesidad de buscar nuevos aliados tras suspender la Unión Europea su ayuda económica por la denuncia de violaciones de derechos humanos cometidas por el régimen. La nueva medida apunta a la necesidad de congraciarse con las generosas potencias de la península Arábiga.

Quienes desconfían del presidente sanador le achacan abusos, desapariciones, encarcelaciones sin juicio, ejecuciones y el acoso a la oposición con la policía secreta. Pero, posiblemente, las críticas más punzantes parten de aquellos que han llegado a sugerir que las fiestas que Jammeh organiza en Kanilai, su localidad de origen, alientan orgías sexuales de fin de semana para él y su elite. Quizás porque el dirigente, siempre atento a la felicidad de sus ciudadanas, llegó a advertir que actuaría contra los maridos que impidieran a sus esposas acudir a tales celebraciones, independientemente de que llevaran ceñidos tejanos o vestidos holgados.

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