Son treinteañeros y llevan casi 20 años celebrando juntos San Valentín. La historia de amor de los asturianos Nuria Pacín y Adrián Melendi, de 31 y 32 años respectivamente comenzó en la preadolescencia. «Nos conocimos el primer día de clase en 2006 y surgió el flechazo desde el primer momento que nos vimos. Recuerdo que nos pusieron a todos por el apellido en los pupitres y yo me sentaba entre Nuria y una amiga de ella que le pasaba pulseras que nunca entregaba ya que me las quedaba para ponérmelas», afirma Adrián entre sonrisas pícaras al recordar uno de esos momentos que le llevó a estar casado con la que sigue siendo la mujer de su vida.
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Estos dos asturianos llevan desde el colegio alimentando un amor inquebrantable y creciendo de la mano en cada etapa de la vida. El secreto del éxito de su relación es para ellos el hecho de haber madurado juntos y a la par, además de contar con el apoyo y el ejemplo de su entorno. «Mis padres también comenzaron muy pronto su relación, ya que con 13 años estaban ya juntos y los de Adrián lo mismo, con 18. Creo que lo vimos todo tan natural y que fluía que nunca nos planteamos si éramos muy jóvenes o no, simplemente nos dejamos llevar y nunca nos aburríamos de vernos porque algo muy importante es tener siempre ganas de verse. Para mí un día que no le veo es como que me falta algo», cuenta Nuria mientras juega con el pequeño Izan, el hijo que tienen en común y que ayer 13 de febrero cumplía 22 meses.
A medida que la historia de amor avanzaba se iban planteando más pasos adelante. Adrián comenzó muy pronto a trabajar tras finalizar sus estudios en electromecánica y, como es habitual, alquiló un piso para independizarse y poder formar un futuro junto a Nuria, que hasta que no terminó sus estudios de ingeniería de minas y su máster no se fue a vivir con el hombre que ahora es su marido. «Para mí era muy importante aportar así que hasta que no gané un sueldo no quise vivir con él. Llevamos siete años en este piso y tengo muy buenos recuerdos como cuando aquí, en este salón, me pidió matrimonio una mañana de sábado en 2018. Yo ya sospechaba porque me preguntaba mucho cuando veía una joyería qué me gustaba de lo que había, pero nunca me imaginé que me lo iba a pedir un día cualquiera al llegar de trabajar y menos que mi madre estuviera esperando tras la puerta de casa para felicitarnos y sacarnos una foto e inmortalizar ese momento».
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Adrián quiso que la pedida fuera como las de antes. Citó primero a los padres de ella para pedirles la mano de su hija y así contar con su consentimiento. No fue en París, donde Nuria siempre había deseado que fuera y donde todavía espera ir de viaje con su ya marido, pero la sorpresa fue tremenda y la respuesta, un rotundo 'sí, quiero'. «La boda fue perfecta. Acudieron todos nuestros familiares y amigos que para nosotros son lo más importante. Salió como esperábamos. Fue un día inolvidable».
La feliz pareja celebra hoy su 18 San Valentín. Dieciocho años de un amor sin fisuras ya que nunca se han separado desde aquel 10 de noviembre de 2006. Casi veinte años de amor y cinco de casados que cumplirán este 10 de agosto con el único secreto de respetarse, amarse y querer estar cada día el uno con el otro porque, como expresa Adrián, «para mí Nuria ha sido, es y será mi gran motivación en la vida».
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