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Si hay algo que marca el inicio del invierno y la bienvenida a una nueva rutina con menos horas de sol es el cambio de hora. Las manecillas del reloj se han movido por segunda vez este año, algo que reabre el debate con ... argumentos a favor y en contra de una tradición que se remonta a la Primera Guerra Mundial y que tenía por objetivo el ahorro de energía.
Este domingo se realizó el segundo y último cambio de hora de este 2023, algo que España lleva haciendo desde 1940 a excepción del periodo comprendido entre los años 1950 y 1974 cuando no siguió el horario de verano. Ha sido en la madrugada del sábado cuando los relojes se atrasaron una hora. Esa nueva realidad influye en el estilo de vida de todos los españoles y es que, aunque el domingo tenga una hora más, cada jornada hasta el 31 de marzo —cuando está previsto que regresemos al horario de verano en 2024— los días serán más cortos y las noches más largas.
Este ajuste bianual no es una medida bienvenida para todo el mundo. Una encuesta publicada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela que tan solo el 22 % de los españoles mantendrían el cambio. Los resultados son similares a los de un estudio realizado por la Comisión Europea en el que participaron casi cinco millones de personas residentes en el continente que apunta que el 84 % de los votantes se mostraron a favor de no realizar ningún cambio de hora.
La Comisión Europea intenta desde 2018 poner fin a este cambio de horario cediendo la potestad a cada estado de decidir entre un horario u otro y cuya decisión se ha ido postergando. 2021 era la fecha límite en un primer momento para realizar este cambio, pero ante la falta de acuerdo, se pospuso hasta encontrar una solución que convenga a todos los países.
España mantendrá este cambio al menos hasta 2026 según se publica en el Boletín Oficial del Estado (BOE). El horario de verano y de invierno causa controversia, aunque gran parte de los expertos defiende que se debería mantener la hora menos que ya tienen países como Portugal o Reino Unido, ya que la situación geográfica o los hábitos de vida influyen en la decisión y los motivos de antaño quizá no sigan teniendo cabida en una sociedad que ha incorporado el teletrabajo a su vida con unas jornadas laborales muy distintas a las de hace casi cien años.
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