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A. R.
GIJÓN.
Domingo, 25 de octubre 2020, 00:30
Llevan once años esperando por su Xacobeo y, ahora, a apenas dos meses de que llegue el año 2021, los devotos del Camino de Santiago se encuentran con una celebración que nadie sabe aún cómo podrá llevarse a cabo. «Es un misterio lo que ... va a pasar», dice Laureano Víctor García-Díez, presidente de la Agrupación de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago. Pero pese a que no haya nada firme, espera que sea «una fiesta y que podamos recibir a un buen número de peregrinos».
Y no solo lo espera, sino que también hará todo lo que esté en su mano para conseguirlo. «Vamos a poner, entre todos, lo mejor de nosotros mismos para que el año sea de celebración, aunque, ahora mismo, sea una incógnita».
Él, como muchos otros, lamenta la mala fortuna de que el Xacobeo haya tenido que coincidir en estas circunstancias. «No sabemos cómo se va a poder desarrollar hasta que no vaya remitiendo el coronavirus», dice. Entre las ilusiones de todos estaba que se batiera el récord de peregrinos, algo que ahora parece imposible. En los albergues esperan, no obstante, que la fecha sirva de reclamo igualmente y anime a muchos de los que este año no se lanzaron a andar.
José Luis Galán, presidente de la Asociación Astur-Leonesa de Amigos del Camino, reclama que hace falta tenerlo todo a punto para el jubileo. «Llevamos mucho tiempo diciendo que hay que ir preparándose, porque el Xacobeo 2021 se va acercando y los proyectos no se concretan», reclama. «El Principado y el Ayuntamiento de Oviedo tienen muchos proyectos, pero son, en mi opinión, un poco tardíos», considera.
Aún hace falta llevar a cabo labores de mantenimiento en los trazados que pivoten sobre tres ejes fundamentales: limpieza, señalización y estado de los albergues. «Aunque los ayuntamientos ya se empiezan a concienciar, hay tramos que podrían mejorar bastante», dice Galán. Entre ellos, «zonas que se inundan, maleza y señales que no son del todo claras», protesta. Además, de que sería fundamental renovar la red de alojamientos públicos, no ya en cuanto a cantidad, pero sí en cuanto a la calidad de sus instalaciones. «Se deberían actualizar, porque ya tienen casi todos más de veinte años», señala Laureano García-Díez.
A todo eso suman la necesidad de una reglamentación que regule los derechos y las obligaciones que tienen los propios establecimientos: «Ahora estamos en un limbo».
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