Ver fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver fotos
GUILLERMO MAESE
Jueves, 22 de julio 2021, 00:49
El camping de Deva cumple hoy 30 años. «Será un símbolo de las amplias posibilidades que tiene Gijón», declaró el por aquel entonces alcalde, Vicente Álvarez Areces, a El COMERCIO durante la inauguración en 1991. Fue un proyecto ambicioso del Ayuntamiento que supuso una inversión de 400 millones de pesetas en unos terrenos de 165.000 metros cuadrados. «Ofrecerá un gran servicio a turistas y gijoneses», insistía Areces. No parece haberse equivocado. Hoy el camping de Deva tiene más de 300 parcelas para acampar, 35 bungalows, 22 cabañas, un chalet de 12 plazas, dos caravanas y un albergue de peregrinos de 30 camas. A su oferta añade además pistas de pádel, dos piscinas, canchas multiusos, gimnasio, salón social, discoteca, parque infantil, sala de juegos, restaurante y un chiringuito de verano.
«Crecemos cada año con la intención de abrir nuestras instalaciones a los gijoneses. Este camping también es para Gijón», sostiene su gerente, Antonio Amieva. La gestión de estas instalaciones la asumió en primer lugar la empresa Promociones Turísticas Deva, pero en 2002 Amieva compró la concesión. En 2017, y por un periodo de 20 años, el actual gerente ganó el concurso público para la concesión de las instalaciones. «Tenemos un calendario de inversión y el firme compromiso de cumplirlo para que sigamos siendo un referente», añade Amieva. En su empeño está conseguir un ambiente tranquilo y familiar. «Si los niños están bien, los padres también», afirma.
El camping no fue ajeno a la pandemia. Acostumbrado a acoger a más de 5.000 personas cada verano y a organizar grandes eventos en sus instalaciones, su actividad se vio mermada. «Gracias al excelente trabajo de nuestros empleados hemos sabido ofrecer seguridad en la estancia de nuestros clientes», asevera el propietario. En la actualidad tienen una ocupación del 90% y en agosto prevén un lleno total. Al menos durante la primera quincena.
En un camping se madruga poco. A las 10 de la mañana comienzan a verse a tímidos usuarios. A mediodía, la actividad es plena. Una socorrista vela por la seguridad de los niños en la piscina. Y ya con eso los padres respiran aliviados. A los chavales casi no hace falta ni presentarles porque a un camping «se viene a hacer amigos». Marco González, de 6 años, «dice que le duele un pie, pero no para quieto con la moto para arriba y para abajo», comenta, siempre sonriendo, su abuela Ángeles Moreno. Llevan desde principios de junio afincados en las instalaciones y «estamos encantados porque todo es muy amplio y limpio».
Dos parcelas a su izquierda están Rosa María Álvarez y su hija Sara. Desde hace 19 años acuden al camping cada verano. «Nunca creí que la vida aquí fuera a ser tan plena. Vivimos con mucha libertad y ahora con más seguridad con la pandemia», sostiene la madre. Su hija veranea en el camping desde los cinco años y no duda en asegurar que pasó «una infancia genial». Presume de conocer cada verano a gente de todos lados y de tener muchos amigos por ello. «Tengo una vida maravillosa», sostiene.
Y debe ser cierto porque Aida Álvarez, de 24 años, se manifiesta en la misma línea. «Todos mis recuerdos comienzan aquí y son geniales. Lo que más me gusta del camping es la gente», y lo dice mientras su vecina le ofrece un café mañanero. Verónica Agusta acude cada verano al camping desde hace 10 años. «Empecé yendo a campings con 15 años y desde entonces no hemos parado. La vida aquí es tranquila y adictiva, no tiene precio. No quiero otra vida», asegura Augusta, quien además destaca «la magnífica labor» de los empleados.
El camping está lleno de historias. Y la de Abel García es de superación. Hace 10 años le diagnosticaron cáncer de esófago y le dieron seis meses de vida. Junto a su mujer Mercedes González, y por recomendación del médico, decidieron buscar un entorno natural para afrontar su larga enfermedad. «El camping me salvó la vida. Vinimos pensando en desconectar porque creíamos que viviría poco, pero aquí estamos luchando», recuerda embargado por la emoción.
Rubén, David e Iván juegan al fútbol mientras sus padres se preparan para ir a visitar Gijón. Llegaron al camping el domingo y a los pequeños ya casi no les queda rincón de las instalaciones por conocer. Disfrutan. Y con ellos los padres. La familia Ambrosio-Ferrer es de Madrid y tiene previsto alojarse en Gijón hasta el próximo domingo. «Con tres niños pequeños, venir a un camping tan amplio y familiar es la mejor opción posible», aseguran.
Todos los usuarios con los que EL COMERCIO ha tenido la oportunidad de hablar destacan que el camping se ha convertido en «un refugio seguro en la lucha contra la pandemia» y destacan el esfuerzo de los trabajadores porque así sea.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.