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P. SUÁREZ
GIJÓN.
Lunes, 24 de septiembre 2018, 01:18
«Recuerdo entrar en aquel barco de mercancías. Nos bajaron a la bodega y nos metieron donde guardaban el carbón. Muchos niños no paraban de llorar. Me pregunté: '¿Qué vida es esta?'». Por la forma vívida y cruda en que Araceli Ruiz relata la historia cuesta creer que hayan pasado 81 años desde que aquella 'niña de la guerra', ahora mujer de 94 años, se embarcase en El Musel, junto a otros 1.100 niños, en un navío con destino Leningrado. «En aquel momento Gijón era un lugar poco seguro, así que el Gobierno organizó una evacuación rápida de los más pequeños», explica sobre los bombardeos comandados por el almirante Pascual Cervera que resultaron definitivos en la caída del frente norte del bando republicano.
Ruiz y su particular infancia fueron las grandes protagonistas en el homenaje que el Ateneo Obrero y la fundación Lázaro Cárdenas brindaron ayer a estos supervivientes de la guerra civil frente a la escultura de Vicente Moreira, otro de los niños de la guerra, ubicada en la playa del Arbeyal. «Todas las penurias que sufrimos en nuestra salida de Gijón se acabaron una vez que llegamos a la Unión Soviética. Los rusos se portaron muy bien con nosotros. Pese a los problemas de comunicación, no tardamos casi nada en hacer amigos. Hasta nos dieron caviar cuando llegamos», prosiguió esta víctima de la guerra, quien encontró en tierras soviéticas la oportunidad de estudiar y construir un futuro que en España le era del todo inaccesible.
Gracias a esos estudios cursados en la por aquel entonces Leningrado (ahora San Petesburgo), Ruiz, que ya dominaba el ruso, recibió el encargo de trasladarse a Cuba, inmersa entonces en su propia revolución comunista. «En Cuba tuve el placer de conocer a Ernesto 'Che' Guevara, que desde el primer momento me pareció muy inteligente y atento», destacó sobre su aventura en la isla caribeña.
Los asistentes asistían ensimismados al improvisado repaso de su historia que desarrolló la nonagenaria, cuya memoria se resiste a la lógica de la edad. «Me acuerdo bien porque fue algo que me marcó, y que también marco a mi familia. Mi padre me dejó marchar porque entendió que era la única manera de garantizar mi supervivencia», aludió Ruiz, antes de que, tanto ella como los otros siete 'niños de la guerra' que asistieron ayer al acto, fuesen objeto de un sonoro y prologado aplauso.
El homenaje de ayer, que contó con la presencia de Mario Suárez (XSP), Aurelio Martín (IU) y José Ramón García (PSOE), sirvió para trasladar al presente la información extraída de aquel sangriento capítulo de la historia española. «Debemos reflexionar en cómo se nos recibió en el extranjero cuando lo necesitamos y compararlo con cómo recibimos nosotros a quienes huyen de las guerras que tienen lugar en sus países de origen», afirmó Manuel Villar, presidente de la fundación Lázaro Cárdenas, a la vez que hacía referencia a un tema de actualidad como es la exhumación del general Francisco Franco. «Testimonios como el de Araceli nos tienen que hacer entender que los causantes de esta situación no deben disfrutar de privilegios», consideró.
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