Comerciantes y hosteleros de Contrueces posan en la carretera del Obispo. FOTOS: DAMIÁN ARIENZA

«Se venden más pastillas para dormir y más tranquilizantes»

En Contrueces reina la armonía vecinal, pero las circunstancias han cambiado mucho los comportamientos. «Hay más irascibilidad»

SUANA D. TEJEDOR

GIJÓN.

Jueves, 26 de noviembre 2020, 00:30

Contrueces acoge a sus vecinos y a los foráneos con una calidez palpable. Son unos cuantos los que llegaron a probar suerte, procedentes de otras zonas y ya no quieren irse. La clientela influye: «Son detallistas, cariñosos y nos apoyan. Muchos ya no van al centro para nada», destacan los comerciantes. En estos momentos duros, confiesan que la actitud del barrio les ayuda a pasar el trago mucho mejor. Pero los comportamientos ponen de manifiesto el estado de preocupación y ansiedad por el que atraviesan: ha aumentado la demanda de pastillas para dormir, de tranquilizantes y de vitaminas. También hay compras mayores de alimentos, incluso de encurtidos, «porque el vermú se toma en casa», pero los vecinos no se dan «los caprichos que se daban antes; la tableta de chocolate es casi el único exceso que se permiten». Por contra, los tratamientos estéticos han bajado en picado. En peluquería se gasta lo justo para tintes y cortes, «nada de peinados ni de mechas», y los caballeros han dejado de acudir en un 60% a la peluquería, «posiblemente se lo corte algún familiar o se han comprado alguna maquinilla». El calzado y ropa de temporada aguardan tiempos más propicios, con los pedidos hechos y un desembolso grande.

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Las consultas ciudadanas han cambiado. En la asesoría Contrueces, Conchi García asegura que en los 25 años que lleva en este negocio «nunca se ha vivido nada igual. Es una locura y para nosotros una pesadilla. Trabajamos de lunes a domingo, 16 horas. Cada vez que hay notificaciones del Gobierno la gente se pone muy nerviosa». E incluso «irascible y menos conformista de lo habitual», puntualiza Blanca Alonso, de la confitería Arcan. En la herboristería Sello de Oro se nota el cambio de hábitos y su responsable, María Eugenia Turrado, asegura que primero hubo nervios, luego cierta tranquilidad pero sobre todo, incertidumbre. «Aunque se vaya normalizando».

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