Siguen con el susto en el cuerpo, pero sin tener que lamentar ninguna desgracia. Los vecinos del bloque número 10 de la barriada de la Constructora Gijonesa, ubicada entre las calles Chile y Rosalía de Castro, en El Natahoyo, tratan de recuperarse del sobresalto ... que sufrieron ayer tras desencadenarse un incendio en el primer piso. Sucedió en torno a las nueve y media de la noche y se saldó con cuatro personas intoxicadas que tuvieron que ser trasladadas al hospital. Dos de ellas permanecen todavía ingresadas.
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«Volví del gimnasio y lo primero que hice fue ponerme el pijama para darle la cena a los animales. Una vez me cambié, me pareció oler a plástico quemado, así que fui a la ventana y vi que salía humo del piso de arriba», cuenta Mar Menéndez, vecina del bloque. Cerró la ventana, bajó la persiana y cogió en una mano a su perro mientras utilizaba la otra para llamar a la policía. En ese momento ya se había originado el fuego, pero «todavía no salían llamaradas».
No hay más que ver su rostro para comprobar que, como dice, no ha dormido nada en toda la noche. «Estuve dos horas y pico recogiendo agua; la cama estaba toda mojada y los muebles llenos de agua», explica apenada. Es mobiliario antiguo, de madera maciza y tallado a mano, por lo que los daños pueden ser irreversibles. «Me duele porque me estoy privando de muchas cosas para tener mi casa bien y aunque reciba una indemnización no los voy a poder recuperar», relata.
Pero, pese a todo, está feliz porque su perro y sus gatos «están bien». No se pudo llevar con ella a los felinos cuando abandonó la vivienda en mitad del incendio y su mayor temor era que pudiese pasarle algo a los animales. «Fue un sin vivir, pero estoy muy contenta».
«Era cuestión de tiempo que pasase», señalan los residentes de la zona. Todos coinciden en que se trata de un piso conflictivo con gran afluencia de personas. «La policía está aquí cada dos por tres. Lo que pasa en ese piso lo sabe todo el barrio, pero mucha gente mira para otro lado», apunta una vecina del bloque incendiado.
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Según el propietario del inmueble en el que se originaron las llamas, J. A. O., el incidente se produjo a raíz de que se quedase dormido con un cigarro encendido en la mano. Ya de vuelta en su vivienda, en buena parte devorada por el fuego, no es capaz de dejar de lamentarse por lo sucedido. «¡Mira qué ruina!», sollozaba al regresar del hospital y contemplar cómo ha quedado su morada.
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