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Peatones en la carretera de la calle Río Eo. FOTOS: PALOMA UCHA
«Pedimos agilidad y conciencia por los negocios»

«Pedimos agilidad y conciencia por los negocios»

Calles levantadas. Vecinos y comercios de Calderón de la Barca, Pablo Iglesias, Cuba y Río Eo enjuician unos trabajos «eternos e incompletos», pero también «necesarios»

Miércoles, 12 de abril 2023, 01:00

Si hay algo que no se puede negar es que Gijón está inmersa en un proceso de transformación. Repartidas en diferentes puntos de la ciudad, las obras de la ecomanzana en la calle Cuba, la remodelación en Río Eo, las paralizaciones en Calderón de la Barca y la renovación de la avenida Pablo Iglesias están afectando tanto a vecinos como a comerciantes. Aunque algunos tratan de ver estos trabajos con perspectivas de futuro -cómo quedará todo una vez terminen- es innegable que las molestias han sido una constante desde hace tiempo.

El proyecto de la ecomanzana de La Calzada ha levantado ampollas desde sus inicios a mediados de marzo. El objetivo de la obra es transformar varias calles del barrio para construir una zona peatonal y reducir el tráfico. Esto supone una pérdida de aparcamientos que se ha convertido en la diana de las quejas vecinales, incluidos los que ya son poseedores de una plaza privada, pues son conscientes del problema de circulación que conlleva. Así lo piensa José García, vecino de las obras en la calle Cuba, quien habló con EL COMERCIO mientras observaba a los operarios trabajar. «Al quitar estas calles, a los que no tengan donde aparcar los meten en un lío. Todas las tardes, cuando vuelvan de trabajar, no van a tener dónde ir; darán vueltas, vueltas y vueltas buscando sitios», protestó. Sin embargo, no descartó el optimismo de que «una vez terminado no sea tan malo y los perjuicios que ocasionó se compensen». Una opinión parecida la compartió Nuria Cordero, encargada de la cercana tienda de muebles Iroko Home, quien únicamente ve la mejora a la larga, cuando lo peatonalicen. «Yo creo que el resultado será bueno para nosotros. Lo notaremos porque habrá más paso del que tenemos ahora, el escaparate será más visible», resaltó.

Largo retraso

Las opiniones no son tan halagüeñas en el barrio de Pumarín, donde llevan casi un año de trabajos en la calle Río Eo. En teoría, la obra debería haber terminado. Sin embargo, el proyecto se retrasó y se aprobó ampliar el plazo hasta el 8 de junio.

Los vecinos son los que más han acusado tener la calle «totalmente levantada» durante tanto tiempo, con alguna anécdota de accidentes y caídas durante el invierno. De esto último es muy consciente Raquel Álvarez, cuyos padres residen en la cercana calle Pablo Picasso y hacen vida en Río Eo. «Todo tiene un límite. Si quieres hacer una obra vale, pero no puede prolongarse tanto en el tiempo», criticó. Álvarez vinculó su protesta a la acera destruida en el tramo entre Constitución y la calle Badajoz, donde los coches circulan libremente mientras los peatones «caminan por la carretera como pueden desde hace dos meses» aproximadamente. «Mi abuela nunca va sola», finalizó.

Al otro lado de la calle, la estilista Sonia Iglesias dijo empezar a notar «rapidez» en los trabajos. «Han agilizado bastante, están acelerando», comentó. Resaltó, además, que «ahora trabajan fines de semana y festivos», aunque relaciona el movimiento con la publicación en EL COMERCIO de los problemas vecinales lo que, según su opinión, «hizo que espabilaran».

Unos metros más abajo, en la tienda de ropa Rayka Modas, Hortensia Ochoa se manifestó en la misma línea: la presión mediática consiguió que le instalaran la acera. Aún tiene muy presente la pesadilla vivida durante meses, pues, según ella, «casi me hacen cerrar. Estuve meses con el escaparate cerrado», recordó indignada. «Más de una vez llegué y no podía entrar a la tienda, no había acera para poder pasar», protestó.

'Impasse' en El Coto

En El Coto se vive una situación parecida en Calderón de la Barca, donde las obras están paralizadas con «la calle a medio hacer» y un asfaltado -con alquitrán pulido- que no termina de convencer a todos. Agustín Rojas, vecino de la zona, se declara sin embargo satisfecho. «Mucha gente protestó porque pusieron esto, pero si se ponen baldosas se acaban levantando por las maquinarias. Esto no, se mantiene», asintió.

Marian Martín, dueña de una peluquería, recalcó los constantes problemas que han dado las obras, con «parones y desajustes presupuestarios». «Supuestamente, la otra acera también tendrían que levantarla entera y hacerla igual, pero nada. Al final, dejaron este lado medio decente para que la gente pase», anotó.

Dos calles más abajo, en Pablo Iglesias, las obras de renovación de la acera complican el tráfico y el aparcamiento. Guillermina Menéndez, asidua del Hospital Veterinario Asturias lo sabe bien, pues debió acudir por una emergencia y no hay dónde aparcar. «Me tuvo que dejar aquí mi marido», constató.

Los comercios son conscientes, no obstante, de que se trata de una obra «necesaria porque es una de las vías principales de Gijón», reflexionó José Santiago, dueño de la cafetería Alameda, «pero lo que sí pedimos es agilidad y conciencia con los negocios, que estuvimos toda la Semana Santa sin aparcamientos».

Algo parecido dijo Emma Rodríguez, del Sybaris Gastro Deleite, quien ve la obra como «algo positivo de cara al futuro pero que no se eternice porque nos fastidian. Ahora mismo puedo poner terraza, pero en cuanto trabajen enfrente la tendré que quitar porque nadie querrá sentarse», lamentó.

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