Un vecino de Gijón dispara siete balas desde dentro de su piso al descansillo

El violento episodio tuvo lugar alrededor de la medianoche del martes al miércoles en la segunda planta del número 18.

La investigación para esclarecer lo sucedido corre a cargo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional desde que diesen la voz de alarma los vecinos al ver las dos puertas destrozadas por las balas y también los impactos de las mismas en la puerta del ascensor y en las paredes del descansillo.

En la mañana de ayer los agentes se personaron en el lugar con una autorización judicial para acceder al domicilio, ante la posibilidad de que el dueño del piso se encontrase en el lugar y no respondiese a sus requerimientos y también por temor a que hubiese dentro otra persona afectada por los tiros.

Los bomberos posibilitaron la entrada a la Policía Nacional y tras realizar una inspección, comprobaron que el piso estaba vacío.

Se investiga ahora si el individuo disparó cuando alguien le llamó a la puerta o si bien se encontraba solo. Al parecer, según vecinos de la calle, se trata de un hombre de 44 años que en los últimos tiempos se mostraba «muy nervioso y tenía una actitud bastante agresiva». Residía con su madre hasta que la mujer falleció hace unos tres años. Fue entonces cuando él alquilo el piso a otro individuo al que acabó denunciando por no pagarle la mensualidad y por no querer tampoco abandonar la vivienda.

«Estamos muy asustados porque sabíamos que el hombre es un poco especial y anda con gente bastante rara, pero no nos imaginábamos de ninguna de las maneras que tuviera una pistola en casa y mucho menos que la fuese a utilizar así...», lamentaba un vecino. El bloque de viviendas, con muy pocos residentes, está en estado de alerta «por si vuelve a aparecer». «Desde que pasó la Policía viene cada poco tiempo, lo tienen vigilado, pero aún así, tenemos miedo», abundan.

Hace aproximadamente una semana la Policía intervino con ese mismo individuo por una pelea en el entorno del centro asistencial Calor y Café. «Ha llevado una deriva muy mala desde que murió su madre hace meses, hace un tiempo vivió allí con una pareja con la que tenían discusiones casi a diario y causaban molestias, los vecinos estaban ya muy hartos», explican en la calle Espronceda, donde lo conocen «desde pequeño». «Desaparecía temporadas y luego volvía por aquí, ahora llevaba ya meses en la casa y es verdad que se le veía muy alterado y mal, pero para llegar a ese punto de usar una pistola...», añaden.