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La foto data de 1925 y uno de sus protagonistas, Máximo 'El Zagalu', tenía entonces 25 años, pues iba con el siglo. Está sentado en la taberna de Delmiro, después Casa Quico, un bar sito en la calle Vicaría, antes de las cuatro esquinas, con una decoración espartana. Un rústico botellero tras la barra, unos calendarios en la pared y poco más. Los parroquianos lucen boinas caladas, raídas ropas y miran a la cámara de Ruth M. Anderson, enviada por la Hispanic Society of America, con gesto serio, algunos asidos a su porra de vino en este añejo templo del Barrio Alto.
«Este es mi padre», escuchas decir a tu lado. Es Paco 'El Zagalu', veteranísimo de Cimadevilla, quien señala, a sus 86 años, a ese hombre que mira de lado sentado entre playos. La fotografía le ha sorprendido en su recorrido. «No la esperaba», confiesa. «La tengo en el móvil, pero no sabía que me la iba a encontrar aquí». ¿Y los demás clientes del bar? Observa con detalle y reconoce a alguno. Señala al «Chalecón», a «Quico, el dueño», que está detrás de la barra con su poblado bigote caído y un niño en brazos, y está casi seguro de que otro personaje del fondo es «Gervasión».
¿Más recuerdos? Paco empieza a describir el lugar. «Ahí están los baños, ahí un reservado, que llamaban, y por esa puerta se salía a una pequeña plazoleta donde vivía yo frente por frente». En Casa Quico, prosigue, tocó una vez el sorteo Pro Infancia. Ocho o diez hojas a 500 pesetas el décimo, uno de ellos en poder de su padre, Máximo. «¡Hostia! ¡Cuidado! Que era dinero», advierte.
Máximo Sánchez Llanos 'El Zagalu' fue patrón de bajura en el 'San Luis' y al final de la jornada alternaba con sus amigos en la calle Vicaría. Murió en 1965. Su hijo Francisco, Paco 'El Zagalu', el que contempla ahora su foto, hizo de todo en la vida. Su hoja de servicios es extensa, con aventura alemana incluida y una especialización en la carpintería, en la que llegó a ser casi un artista, para luego volcarse, ya jubilado, en las agrupaciones corales.
El Revillagigedo, con su extraordinaria exposición 'Epicentro', que repasa nuestra historia en imágenes de 1858 a 1992, propicia el reencuentro padre/hijo. Hay en ella trozos de Gijón ya inexistentes, personajes históricos, estampas que nos llenan de recuerdos. Casa Quico es una de las reliquias. Pero hay muchas más. Como decían los hermanos Ceínos, en los alrededores de El Molinón, «hay pa socio y no socio».
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