Uría, un pasado de palacetes y jardines

Estamos, sin duda, ante una de las calles más reconocidas y transitadas de todo el viario gijonés. Es curioso que nos encontremos en las dos principales ciudades asturianas con sendas calles homónimas, pero tiene una explicación muy razonada. Tanto la calle Uría de Gijón como la de Oviedo, cuya elección fue mucho más apropiada, reciben el apellido de Francisco Uría.

¿Quién fue y cuál es su importancia? Pues fue el director general de obras públicas en la construcción del puerto de El Musel y en la conexión ferroviaria de Asturias con León. Esta gran obra permitió conectar nuestra región a través de la rampa de Pajares con la Meseta y que llegase a veranear, por ejemplo, la familia real, lo cual sirvió para que Gijón se erigiese como una estación balnearia. En esa operación infraestructural efectuada hace, ahora, 140 años: intervinieron, por ejemplo, nombres propios como Salustio Regueral, también con una calle en Gijón y con una casa, además, aquí, al comienzo de la calle Uría.

Esta vía recorre longitudinalmente el que iba a ser el ensanche decimonónico burgués de este a oeste, desde la plazuela de San Miguel hasta el cruce de Los Campos. Justo ahí nos encontramos dos cosas interesantes: una iglesia con cierta historia y uno de los tres únicos quioscos de piedra que quedan. ¿A que no sabían que el quiosco de Los Campos, el que fuera de Valiño, fue proyectado por Miguel Díaz-Negrete también como gasolinera? Pues tenía un surtidor delante, todavía conservado en la década de 1980.

Enfrente se yergue la nueva iglesia de los Capuchinos, decimos nueva porque poco se conoce de una anterior, pero la hubo, ahí, en ese mismo lugar vemos algunas fotos donde se ve la espadaña y la cruz de otra capilla en el centro de la manzana. Donde hoy está la óptica Navarro era una huerta con tapia y la nueva iglesia, proyectada por Manuel García Rodríguez, aun siendo tan básica y sencilla, nos regala el tercer secreto de esta calle y eso que no hemos hecho más que comenzar. Se trata de una iglesia de una sola nave pero que externamente nos engaña haciéndonos creer que tiene tres. ¿Sabían que en el salón de abajo hubo cine?

Salustio Regueral, Antonio Truan, Saturnino Alvargonzález, Constante Felgueroso, Carolina Díaz de Calderón, familia Piñera, familia Solar, familia Valdés… Son sólo algunas referencias de la quincena de chalés y palacetes con jardín que hubo en una calle tan relativamente corta como Uría. Hoy en día está irreconocible desde su cambio entre 1968 y 1970. Precisamente, en el jardín del único palacete que se conserva ya no en Uría, sino de los poquísimos que quedan en Gijón, que fue el de Saturnino Alvargonzález (1899) que pasó a manos de Constante Felgueroso en 1914 (copropietario de mina La Camocha), es donde se construyó el hospital de la Cruz Roja tras donarlo su mujer, María Figar, para dar servicio durante la guerra.

Enfrente, en el antiguo número 18, hubo una ciudadela de tres casas-habitación ocupando la huerta de una casa que hizo Justo del Castillo en 1887, que es una de las pocas donde se ven fotos de sus moradores. Estaba donde el edificio de la ONCE.

Dos secretos enfrentados: ¿sabían que esa casa de donde la ONCE se comunicaba con otra de Santa Doradía por un patio ajardinado y fuente incluida? Con las casitas de la ciudadela en medio, claro. Ahí nació la abuela de Gonzalo del Campo y del Castillo, uno de los fotógrafos más destacados que ha habido en Gijón. Justo enfrente, si levantamos la vista de nuestros hombros: nos encontraremos con la terraza más verde de todo el casco urbano de Gijón, bien estrecha y llena de plantas de todo el mundo; pertenece al protagonista principal de nuestra sección «Jardines botánicos de Asturias». ¿Quién será? Es fácil, pónganse a rebuscar.

¿A que no sabían que ahí, en ese hueco, entre la tienda de telas y la segunda de Mercurio (1981) hubo un chalet con jardín? Esa es la razón por la que ha llegado a nuestros días el respeto de esa antigua forma del jardín, como sucedió en la avenida de Castilla. Ese chalé fue empleado por los jesuitas cuando fueron expulsados de la Inmaculada por la República. Asimismo, en el patio de luces del edificio de la tienda de telas existe algo por descubrir, pues se pueden advertir restos de alguna antigua construcción que no se aciertan a reconocer, quizá una posible cochera, un pozo, una casa de caseros o algo similar. ¡Asómense quienes vivan ahí y cuéntennos qué hubo ahí!

Por cierto, hablando de Mercurio, este emblemático negocio de iluminación y electrónica fue fundada en 1945 por Mercurio Martínez Rodríguez. Todo un pionero a la hora de implantar dos simpáticas costumbres: cuando la mayoría de hogares carecía de televisor, él ponía unas cuantas teles en el escaparate con partidos de fútbol y sonido en el exterior y la gente se agolpaba allí y llegaban a cortar hasta la calle, era casi un hecho social acudir a encontrarte con alguien y disfrutar del ambiente. Asimismo, en la primitiva tienda empezó a poner un pino como árbol de navidad que traía de Oles, adornado con luces de colores marcando el inicio de la navidad. ¿Saben qué hacían? Quitaban dos baldosines, picaban, metían el cepellón del árbol y lo cubrían con una maceta con el escudo maliayo.

Antes de llegar a la plazuela de San Miguel cabe recordar los primeros pasos de Deportes Covadonga (garaje y tienda de bicis, era Ciclos Covadonga), que estaba en el edificio donde ahora está la sección femenina del Opus Dei, sede, que por otra parte, cuenta con una enorme capilla que sobresale por el patio y llama la atención. Al lado, encima de Coalla se encuentra uno de esos tesoros escondidos con que cuenta Gijón: el estudio del interiorista Carlos Botas, un museo maximalista con absolutamente de todo: desde una moto hasta barricas de cerveza del siglo XIX, pasando por lámparas de Adaro y botellas de cervezas asturianas.

Algo muy sonado para la calle Uría fue cuando uno de los trabajadores de la cafetería San Remo, frente a la Cruz Roja, apareció ahorcado en la escalera. Un poco más adelante, donde la papelería Jovellanos y Flores Lupe ocurrió otro luctuoso caso a finales, que fue el del fallecimiento del anterior propietario a causa de un disparo.

De las décadas de 1940 y 1950 se recuerdas aparatosos accidentes por descarrilamiento de los tranvías o por colisiones en el cruce con Luciano Castañón y con Adosinda. Como el del 25 de enero de 1954, a las 8 de la mañana, al chocar con un taxi ante los Capuchinos y provocar dos heridos, aunque sin daños materiales mayores en los vehículos. Otra colisión fuerte se produjo ante la Cruz Roja.

Hablaremos de ello más profusamente en otra entrega. Pero sí, pocos, muy pocos conocen que cuando pasean acelerados o cargados con bolsas por la calle Uría lo están haciendo sobre un acueducto de la Edad Moderna. Este acueducto se hizo en 1660 y recorrió la ciudad hasta el eje de plazas de Bajodevilla para surtir, por primera vez, de agua potable a los gijoneses. El último secreto: que sepan que muchas tramos de esta galería son conocidas y hay fotos de ellos.

Esperamos que os haya gustado este recorrido y abrimos los brazos a recibir respuestas a interrogantes y que nos cuenten más secretos y curiosidades. ¡Nos vemos en las calles!

• Temas
• Gijón
• Los secretos de las calles de Gijón