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SUSANA D. TEJEDOR
GIJÓN.
Sábado, 28 de noviembre 2020, 00:53
Los comerciantes de la zona centro de Gijón viven la pandemia con mucha angustia y una buena dosis de enfado. La apertura de puertas esta semana no ha aliviado su malestar y las medidas decretadas por el Principado caldean los ánimos. Dicen que muchos de sus compañeros ya han cerrado definitivamente y creen que otros lo harán tarde o temprano. El servicio a domicilio de comida ayuda, pero no soluciona. «Estamos abandonados a nuestra suerte», asegura Mario Álvarez, propietario de la Pizzería Padrino Comida Sobre Masa. Hace seis años que inauguró un negocio cuya única opción ahora es servir a domicilio; su otro local, la Hamburguesería Mimo, vive la misma suerte. «No nos ayudan, estamos abandonados. A partir de Reyes va a morir todo otra vez».
Dos gastrobares tenía también Miguel Méndez. '... Que no te lo cuenten' comenzó hace siete años; 'Te lo vas a perder', hace año y medio, y ha tenido que cerrarlo definitivamente. «No llegan las ayudas, hay mucha letra pequeña y solo abrimos para pagar impuestos». Su vecino Iván A. Noval regenta la Heladería Islandia. Creada por su abuelo, le ha tocado luchar en el momento más complicado de los 70 años del negocio. «El verano estuvo bien, pero luego, al estar cerrados los bares no vendimos ni un helado». Su esperanza está puesta en los turrones.
Y un gran enfado es el sentir de Rafael Riera, propietario de Burasari Asian Food. Tuvo local en Somió. Desde hace cinco años atiende en la calle San Antonio. «Es la punta del iceberg. A partir de marzo veremos cómo la pandemia lo cierra todo». Dolores Suco vendió un vestido de un diseño español a la primera clienta que entró en Coquetina. Tenía ganas de abrir, pero siente «alegría y respeto». Jesús Orlando Cortés abrió su Taller de Floristería Sol Naciente el 5 de agosto. «Saldremos adelante, pero lo llevo fatal». Y con positividad vive Lorena González del Soto, de Peluquería Lorena del Soto. «Todo el mundo tiene que salir adelante», dice, aunque sufre la bajada de clientes. De pérdidas puede hablar Beatriz Villamarín. Con su galería de arte está saliendo adelante gracias a la facturación de febrero y agosto. «Si no, hubiera cerrado. Cada cierre me supone un 90% de pérdidas».
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