LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Domingo, 21 de agosto 2022, 02:20
Solo la pandemia, y la necesidad de vestir un EPI, hizo que Joaquín Morís (Gijón, 1952) abandonara por un tiempo el uso de la corbata, una prenda que ha llevado siempre en sus 47 años de ejercicio profesional e incluso antes, en su época como ... estudiante en la primera promoción de la Facultad de Medicina, la de 1969. Con corbata, y vaqueros, recoge estos días el despacho que como jefe del servicio de Medicina Interna ha venido ocupando los últimos años en el Hospital Universitario de Cabueñes. El mismo cargo que desempeñó su padre.
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-¿Qué lecciones aprendió de él?
-Mi padre fue durante veinte años médico en Llanera y de pequeño solía llevarme a hacer las visitas. Las dos lecciones más importantes fueron esa disponibilidad permanente y el trato con las personas, porque aunque a veces no puedas curar, siempre puedes dar algo de soporte, de ayuda. Por eso, la forma de actuar en medicina hoy en día no la veo.
-¿Por qué?
-Me dicen que los médicos somos profesionales, que no hay una dedicación absoluta y permanente. Bueno, entre una cosa y otra hay un término medio.
-Como profesor universitario, presidente de la Comisión de Docencia de Cabueñes y estos últimos años como jefe de servicio, ¿qué impronta le gustaría haber dejado?
-Mi forma de actuar con pacientes, familias, compañeros... Soy un hombre que busca la concordia, que rehuye el enfrentamiento, con una visión positiva, de aprender de las cosas que pasan.
-41 años ininterrumpidos de trabajo en Cabueñes. Pocos habrán alcanzado esa meta...
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-Soy el más antiguo del hospital. Aunque el Servicio de Salud jubila a los 65, al ser funcionario de la Universidad podía continuar hasta los 70. Los cumplí en abril.
-Una carrera profesional enmarcada por dos pandemias. La del sida de los años 80 del siglo pasado y la más reciente del covid. ¿Tan distintas y tan iguales?
-En ambos casos fueron momentos muy duros. Cuando apareció el sida no se sabía de dónde venía, ni cómo se producía, ni cómo se transmitía. Después vinieron la gripe A y el síndrome respiratorio agudo graves, que pusieron en jaque al sistema sanitario, pero el covid es lo que más trastocó la atención sanitaria. En un momento inesperado, nos enfrentamos a una enfermedad ante la que no sabíamos qué hacer. Aplicamos el conocimiento que teníamos de otras enfermedades víricas hasta que en junio de 2020 surgió el estudio británico que dijo que la dexametasona era efectiva.
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-¿No tiene la sensación de que desde que nos hemos quitado las mascarillas se nos ha olvidado por lo que hemos pasado?
-Si, hoy en día la percepción del covid es que es poco más que un catarrín. Y no se es consciente del trastorno que conlleva para el sistema sanitario en el día a día. De ahí las sobrecargas en Atención Primaria, en los hospitales, la interferencia que tiene en listas de espera, en consultas... Ni las vacunas ni el haber tenido el covid te ofrecen una inmunidad completa. Yo, en espacios cerrados, sigo llevando mascarilla.
-La pandemia dio mayor visibilidad a la especialidad de Medicina Interna, ¿no?
-Es una especialidad que está en las mejores condiciones para abordar los retos que surgen en el sistema sanitario. Estamos acostumbrados a que nuestro trabajo sea el manejo de la incertidumbre.
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-Usted, que por edad se podía haber librado de trabajar en plantas con positivos, decidió no hacerlo.
-En esa situación, todos teníamos que ayudar y yo el primero. No hice nada que no hubiera hecho cualquiera.
-¿Se arrepintió en algún momento durante estos dos últimos años de no haberse jubilado antes?
-Sí, sí, sí, en un momento determinado, en noviembre o diciembre de 2020, cuando Gijón la incidencia estaba siendo mayor, llamé a la Universidad y dije: 'Quiero jubilarme mañana'. Pero había que esperar a finalizar el curso, en agosto. Y seguí... hasta ahora.
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-Y ese 'hasta ahora' supone 47 años de trabajo. Las cosas habrán cambiado tanto en ese tiempo...
-Hubo cambios en los medios diagnósticos, en los medios terapéuticos y en la atención sanitaria en general. Las mejoras en este sentido hacen que la supervivencia de los enfermos crónicos sea mucho mayor. De pacientes jóvenes con patología aguda se pasó a que hoy en día la mayor parte de los pacientes ingresados supera los 80 años. Algunas enfermedades han disminuido de forma clara su incidencia. Ciertas pautas de conducta en la sociedad han tenido que ver en ello. No tanto por el tema del tabaco como del alcohol. Aunque haya un consumo más extendido, es menos intenso en grupos concentrados.
-Participó en la elaboración del plan funcional de la ampliación y reforma del Hospital de Cabueñes, que acaba de comenzar.
-Hay grandes expectativas e ilusiones puestas en ese proyecto. Es muy ambicioso.
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-¿Qué planteamientos estaban claros desde el principio?
-Se hizo un estudio minucioso de población, cómo era esperable que evolucionase, de las cifras de actividad, cómo está cambiando la actividad sanitaria. Hoy en día, se pueden hacer muchas cosas sin necesidad de una cama pero sí necesitas unos recursos donde realizar la cirugía sin ingreso, los procedimientos invasores ambulatorios...
-¿Cómo será ese Cabueñes del futuro?
-Probablemente con una atención muy personalizada, muy dirigida al paciente, procurando que en todo momento pueda incorporarse a su vida habitual en el menor tiempo posible. Un hospital altamente resolutivo. Va a cambiar de forma estructural, habrá diferentes circulaciones para los pacientes ingresados y los familiares, con cuatro puntos de entrada diferentes. Será más práctico y más lógico. Es una concepción totalmente diferente del hospital.
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-¿Cómo ve, en conjunto, a la sanidad pública asturiana?
-Creo que tiene una calidad excepcional. La gente no sabe el valor de los recursos que tenemos tanto en Atención Primaria como en Especializada, tener un hospital en cada área, con lo que eso supone de accesibilidad, capacidad resolutiva... Puede que no llegue a todo el mundo o como todo el mundo quisiera pero es que hoy en día no hay recursos capaces de atender una demanda universal e ilimitada.
-¿Qué le parece el proyecto del nuevo hospital privado en Gijón?
-Cuando la iniciativa privada viene es porque ve oportunidades de negocio. No tengo miedo de que eso vaya a mermar la atención sanitaria pública porque creo que van colectivos diferentes y es posible que sean complementarias. Lo que creo que hay procesos que deberían ser atendidos exclusivamente en el sistema sanitario público.
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