Susana García Rama

Susana nació en Gijón, en Pumarín, en 1971 y lo hizo en el seno de una familia por la que se siente profundamente agradecida: de ella aprendió los valores más importantes, los que de verdad nos hacen ser quienes somos y se quedan con nosotros ya para siempre.

Y Susana García Rama es una sonrisa, y una melena rubia, y unos ojos con el brillo que regala la ilusión, y un gesto de resolución y voluntad que anida en cada uno de los apenas perceptibles pliegues de la geografía de su semblante tan firme como conciliador. En la mirada le baila el presente y el pasado en una coreografía que diseña un futuro esperanzador: la infancia de barrio, la figura fundamental del padre, albañil, y su inquebrantable sentido de la palabra, la seriedad y el trabajo que siempre fueron los principios que rigieron su vida, ha sido fundamental en el desarrollo de su personalidad. La crisis de los años ochenta dejó a su padre en el paro y hubo que echarle imaginación y coraje para iniciar el trabajo como autónomo, para que la buena fama que tenía en el barrio de hombre cumplidor y cabal, trabajador y serio, le permitiera ir iniciando una andadura de tareas de albañilería que fueron ampliándose a medida que también los hijos mayores se incorporaban al trabajo y Susana, la pequeña, apenas adolescente, se encargaba de todo aquello que tenía que ver con los presupuestos, las facturas y los complicados entresijos de las burocracias administrativas.

Hay quien parece tener objetivos y metas muy definidos en la vida. Susana García Rama, en cambio, ha dejado que las cosas llegaran a ella y su mérito está en haber hecho de cada una de esas circunstancias una oportunidad para dar lo mejor de sí misma. La prematura muerte del padre, a los cincuenta y nueve años, puso a prueba la validez de sus enseñanzas, y la fortaleza de la educación que los hijos habían recibido. Más allá del golpe emocional que supuso para todos ellos, los reafirmó en continuar, en aplicar el espíritu que siempre residió en las decisiones, en fortalecer los lazos familiares y profesionales, de forma que los unos se enraízan con los otros y la empresa, la familia y la vida vienen a ser lo mismo. Y ahí avanzan, implicándose en los proyectos que les apasionan, rehabilitando fachadas y recibiendo premios por sus trabajos, permanentemente involucrados en todo lo que tiene que ver con la innovación, desde que comenzaron, en tiempos en que no se consideraba prioritario, con la eficiencia energética. Si estos tiempos vienen marcados por la necesidad de incorporarse al ritmo vertiginoso con que se suceden los cambios, la empresa de la que es gerente Susana García Rama apuesta por todo aquello que tiene que ver con la innovación. Así, participa en proyectos de la Unión Europea de I+D+i, con la vista puesta en la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, en la búsqueda constante de hacer de los edificios el escenario perfecto de una vida más grata y más cómoda.

Arropada por la familia, en la que se apoya y a la que protege, empeñada en proporcionar un tiempo de calidad para sus dos hijos, voluntariosa, hábil en la negociación, y afable y eficiente en la comunicación, cada vez más apasionada por la ingeniería, en la mirada de Susana García Rama palpita el recuerdo y el homenaje de quien sabe de dónde viene y cuánto le costó recorrer ese camino a su padre que seguro que se siente orgulloso de ver de qué forma tanto Susana como sus tres hermanos han sabido unir la palabra construcción con la palabra ilusión en una rima consonante de incansable trabajo, de esfuerzo y de vida.