ARNALDO GARCÍA

Susana Acle

Veterinaria. Participó en la puesta en marcha del Acuario de Gijón en 2006 y es su Responsable Veterinaria y de Investigación. Ha sido declarada una de las 50 personas más influyentes del mundo en el sector de zoos y acuarios

Alo mejor, en el fondo de la memoria de Susana Acle, en un huequecito que tiene sabor a nocilla y a dibujos animados, perviven las imágenes de los buzos del 'Calypso', el buque de investigación de Jacques Cousteau lanzándose de espaldas al agua dispuestos a ... conocer los misterios del fondo marino. Por su edad (nació en Gijón en 1974) bien pudiera haber sido así. O tal vez no. El caso es que aquella niña, la mayor de tres hermanos, siempre fue una apasionada de los animales, aunque de entrada no fueran los peces los que más atrajeran su atención. Los fines de semana en la casa que tenían en un Cabueñes mucho más rural que el de ahora mismo, era la ocasión para el encuentro con toda clase de animales, y el tiempo de las vacaciones, en un pueblo de Salamanca en el que vivían sus abuelos, se extendía interminable para querer con locura a los perros, y para hacer hueco a otro tipo de bichos entre los que no faltó algún pez y alguna tortuga.

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Susana Acle es una de esas personas que lleva escrito en el rostro lo de ser buena gente. A través de los ojos, por ejemplo, se le escapan briznas de ternura, imposibles de ocultar en quien sabe del amor de la familia, de los amigos, de los animales. En la frente anida la timidez, esa sensación que se mezcla con la modestia, como si se sintiera en la necesidad de explicar que ninguno de los elogios que se le dedican tiene que ver con ella, que al fin y al cabo es un equipo y ella solo está al frente. En la sonrisa, la afabilidad, esa capacidad para hacer sentir cómodo al interlocutor. En los pómulos reside una voluntad insobornable: la que se mezcla con la pasión con que afronta los retos. Todo en su gesto denota el sosiego de quien está haciendo exactamente lo que nunca llegó a atreverse a soñar en los años de la Complutense, cuando estudiaba para ser veterinaria entre compañeros que pensaban en mascotas y en ganadería y ella era de los pocos frikis que habían caído rendidos ante el océano, sus habitantes y sus misterios. Pero junto a la calma convive la inquietud, la necesidad de estar haciendo cosas, la curiosidad implacable, el deseo de seguir aprendiendo, lo que la ha llevado a estar haciendo ahora el doctorado, mientras reparte su tiempo en el cuidado y recuperación de animales marinos, la investigación, el empeño didáctico que lleva al Acuario Biopark a desarrollar toda clase de actividades destinadas a tocar la conciencia de los visitantes y en especial de los niños, convencida de que es mucho el daño que le hemos hecho a los mares pero aún es tiempo de enmendar errores y de dejar de cometerlos.

Una importante revista científica norteamericana, Blooloop, la ha considerado una de las cincuenta personas más influyentes en el sector de acuarios y de zoos, pero ella parece ajena a ese reconocimiento, porque su empeño diario es conseguir no defraudar de ninguna manera a la niña que mucho antes de ser alumna de los jesuitas, y mucho antes de ser veterinaria, y mucho antes de llevar a cabo importantes proyectos y de ser la responsable de investigación del acuario de su ciudad, se puso un día las gafas de bucear y bajo las aguas de un Mediterráneo en vacaciones, descubrió un universo inabarcable y misterioso, el hogar de miles de especies desconocidas y fascinantes, el infinito líquido, origen y destino de lo que somos.

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