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Trescientos metros de distancia son los que median entre dos puntos clave de Cimadevilla y Bajodevilla, los barrios más genuinos del casco histórico. Como cabría esperar, por la mencionada antigüedad, en estos dos ámbitos se encuentran el trozo de suelo y el rótulo más antiguo de todo el municipio.
Es llamativo que nadie lo conozca y que estas cosas tan curiosas no se investiguen y se difundan para evitar su pérdida; ojalá sirva esta publicación en EL COMERCIO para favorecer la sensibilidad colectiva hacia el respeto de estas huellas del pasado y contribuya a incrementar la concienciación sobre su conservación.
El ejemplo de rotulación viaria, deletreado, más antiguo de Gijón se encuentra en una de las líneas de imposta del antiguo palacio barroco de la familia Jove Huergo, sito en la calle Trinidad junto a la capilla homónima. Exactamente, en la que separa la planta baja del primer piso. Es decir, en el actual Museo Barjola. Para más concreción: la rotulación puede verse justo encima de la placa viaria reciente, en el extremo derecho, lindando con la escalerilla que une con la calle San Melchor de Quirós.
Se caracteriza por la modernidad de su tipografía, que dice: «Calle de la Trinidad», con unas letras dentro de otras para ceñirse al espacio. Un fabuloso trabajo de cantería. El arquitecto encargado de materializar este conjunto se desconoce, pero sus promotores fueron Manuel y Cristina de Jove y se construyó entre 1672 y 1676.
Camino de Cimadevilla, subimos por la calle Vicaría en dirección a Tabacalera y justo torcemos a la izquierda tras rebasar la casa número 23 (un edificio bajo de tres alturas) por la calle Atocha. Ahí nos tocará agachar la mirada y centrarnos en el pavimento, un trozo de suelo muy genuino, que es el vestigio más antiguo de un suelo de Gijón.
Entramos a verlo por un callejón formado entre medianeras vistas, de un ancho de menos de 2 metros, y la dimensión del largo de enlosado ocupa lo mismo que el ancho de la casa citada hasta el número 1 de la calle Atocha, donde se esconde una casita rosa estrechísima, de planta baja y buhardilla, tremendamente interesante. Presenta un enlosado de pizarra, bastante pulido y brillante, y tiene la originalidad de mantener la pendiente y la canaleta que recogería las antiguas aguas pluviales por el centro del callejón hasta una alcantarilla, esta ya moderna, que hay. Este tipo de suelo tendrá más de un siglo y medio de antigüedad.
¿Es digno de darlo a conocer y de velar porque permanezca inalterado para siempre? Yo creo que sí, que es cosa obligada y que convendría señalizarlo.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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