OLAYA SUÁREZ
GIJÓN.
Viernes, 24 de agosto 2018, 03:02
Los ladrones que el viernes asaltaron y retuvieron a los propietarios de Sidra Menéndez en Fano podrían haber tenido información directa, obtenida del entorno del empresario. La investigación de la Guardia Civil de la Comandancia trabaja con la hipótesis de que los ladrones actuasen ... con las indicaciones facilitadas por alguna persona que conociese el funcionamiento del negocio de Sabino Menéndez, anexo a la casa en la que reside la familia.
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La precisión y conocimientos que tenían sobre el escenario del robo y el hecho de que con insistencia y directamente preguntasen por la caja fuerte hacen pensar que los ladrones contaban con datos que no podrían haber obtenido únicamente con la vigilancia externa de la casa.
Las pesquisas policiales continúan con la búsqueda de pistas que pudieran aportar los vecinos de las parroquias de Fano, Fresno o Baldornón, en el sentido de haber visto algún movimiento sospechoso los días anteriores al asalto. El violento episodio tuvo lugar pasadas las once de la noche del viernes. Cuando el empresario y su esposa estaba ya dormidos y mientras su suegra y su hija veían la televisión en una de las estancias, cuatro individuos encapuchados accedieron a la vivienda.
Los maniataron y les reunieron en un salón de la planta baja. A Sabino Menéndez le golpearon en el rostro con suma violencia y le colocaron por encima una sábana. Registraron palmo a palmo la casa, donde permanecieron durante aproximadamente media hora. Un tiempo que a las cuatro víctimas se les hizo eterno.
Se apropiaron de 5.000 euros en metálico, joyas valoradas en aproximadamente 3.000 euros y huyeron en un vehículo de la familia. Antes de emprender la fuga subieron al máximo el volumen de la televisión para, a continuación, romper el mando a distancia contra el suelo. Su objetivo era evitar que se escuchasen desde la calle los gritos de auxilio. Destrozaron también los teléfonos móviles que encontraron a la vista. Fue la suegra del empresario, nonagenaria, la que liberó al resto de sus familiares. Le imploró a uno de los individuos que no le atase con fuerza las dos manos porque se estaba asfixiando. Eso fue lo que posibilitó que ella se soltara, hiciera lo propio con los demás y pudieran llamar a la Guardia Civil.
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De no haber sido así, habrían podido permanecido maniatados hasta que por la mañana algún familiar o trabajador del llagar llegase a la finca de Fano. Los delincuentes saltaron el muro que separa el jardín del camino de la iglesia. Los guardias encontraron allí restos de pisadas. En ese lugar habrían estado apostados los días anteriores para conocer las rutinas de la familia y diseñar los pormenores de su plan. Querían que en la casa estuviesen los propietarios porque solo así podrían tener acceso a la caja fuerte.
De hecho, tan solo dos noches antes la vivienda estuvo vacía hasta entrada la madrugada por un evento al que acudieron fuera de la parroquia, pero no les servía que en la casa no hubiese nadie. Huyeron en dos coches, en el que se habían desplazado hasta Fano para cometer el robo y con otro que sustrajeron a las víctimas. Ese vehículo fue localizado horas después en Pola de Siero. Tenía una rueda reventada y le habían vaciado en su interior el contenido de un extintor para evitar la recogida de huellas y otras pruebas.
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