H ay una frase popular que dice que en las familias «las alegrías se multiplican y las tristezas se dividen». Estas palabras son para hablar de una tristeza, la inesperada muerte de Romualdo Alvargonzález Figaredo, Ruma, y puedo afirmar que su extensa familia de la ... que formo parte está muy unida para sobrellevar de la mejor manera posible este difícil momento.

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He tratado a Ruma desde el punto de vista familiar, pero también de profesional -desde hace una década soy el responsable de Comunicación de la Fundación Alvargonzález que él presidía con maestría, cariño y dedicación-. Nos veíamos más en verano ya que compartíamos una afición común en mi familia: el baño en el Cantábrico. Era una suerte encontrarse con él, con su sonrisa y su amena conversación.

Recuerdo la última vez que estuve con Ruma en septiembre a escasos metros de su querido mar: hablamos de Bilbao, mi ciudad, que él visitaba con frecuencia por motivos laborales y de nuestras respectivas familias.

Pienso en Ruma y sonrío porque era de esas personas que te alegraban el día. Ahora, querido Ruma, has cambiado el azul del mar por el azul del cielo, adonde habrás llegado con tu contagiosa sonrisa. Descansa en paz.

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