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E. C.
GIJÓN.
Sábado, 16 de septiembre 2017, 01:39
De los más de 5.000 sellos diferentes emitidos por Correos desde el 1 de enero de 1850, una veintena tienen a Gijón o los gijoneses como protagonistas. En algunos casos, monumentos como el Palacio de Revillagigedo, la estatua de Pelayo o las Termas ... Romanas fueron el objetivo de la imagen; en otros personajes del pasado, como Jovellanos, o del presente, como Abelardo, Luis Enrique o Alberto Entrerríos, o entidades de gran arraigo, como el Ferrocarril de Langreo, el Sporting o EL COMERCIO. Así lo explicó ayer Ángel Iglesias, presidente de la Federación de asociaciones de coleccionistas de Asturias, en la charla sobre la presencia de Gijón en el sello de Correos pronunciada en el Antiguo Instituto.
Iglesias fue el gran protagonista ayer en las XXV Jornadas Filatélicas y de Coleccionismo organizadas por el Grupo Filatélico y Numismático de Gijón. Y la filatelia, a su juicio, no ha tratado mal a Gijón, entre otras cosas porque «no es sencillo ilustrar un sello, porque hay infinidad de solicitudes y monumentos que lo merecen en un país muy rico en historia y cultura».
En todo caso, según Iglesias, también la importancia de los filatélicos locales es grande, como lo demuestra que «el grupo de Gijón fue pionero en Asturias, se fundó en 1951 y ya en las navidades de ese año obtuvo el primer matasellos conmemorativo. «Aquí existen grandes coleccionistas y la afición por la filatelia tiene un arraigo importante», resaltó.
Algo que, sin embargo, quiso desmitificar en declaraciones a este periódico es lo relacionado con el valor de los sellos. «Es cierto que hay sellos por los que se llegan a pagar cantidades importantes, como en cualquier cosa que esté sujeta a las leyes de la oferta y la demanda. Pero, de cada cien casos, 99 no suponen una buena inversión. Hay quien puede pensar que si hereda una buena colección de sellos puede retirarse y en la mayoría de los casos queda defraudado. La mayoría de los coleccionistas tenemos un límite de pago y si el precio supera lo razonable, no queda más remedio que echarse para atrás. Alguien puede tener un sello único, pero, si no encuentra comprador con un poder adquisitivo grande, el precio es normal. Además, el filatélico ve en sus pequeños tesoros una obra de arte, en ningún caso una inversión que pretenda rentabilizar», reflexionó.
Sobre el futuro del sello y la filatelia en medio de unas comunicaciones protagonizadas por internet, Ángel Iglesias piensa que si no ha desaparecido ya es gracias a los coleccionistas, porque «como sistema de pago de los servicios de Correos es antediluviano. Pero el 90% de los sellos que se emiten los compramos nosotros. Hay unos 100.000 abonados en toda España y cada año se emiten sellos por valor de unos 120 euros, así que para Correos supone unos ingresos de 1,2 millones al año por derechos de servicio que en realidad no presta, ya que el filatélico guarda los sellos y no los utiliza».
Sobre la época dorada de la filatelia, cita la franja de 1950 a 1970, «porque no había muchas opciones de diversión, salvo jugar la partida. Los coleccionistas se reunían y charlaban en los cafés».
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