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GUILLERMO MAESE
GIJÓN.
Lunes, 17 de abril 2023, 02:54
A las ocho de la mañana se abrieron las puertas del recinto ferial Luis Adaro para recibir a los 1.322 hombres que buscaron hacerse con una de las 75 plazas a las que optaban como peones de jardinería y limpieza de Emulsa. Con el documento nacional de identidad en la mano, fueron accediendo al pabellón central del recinto, donde a las 9.30 horas comenzó el examen.
A nadie en el primer turno -ni siquiera a la presidenta de la empresa municipal, Carmen Saras- le fue ajena la polémica segregación por sexos para la organización de la prueba. Primero los hombres y luego las mujeres. «Con lo que hemos pasado en Emulsa, no tiene ningún sentido esta decisión del tribunal», se quejaba Saras, quien se refería al despido de un capataz por presunto acoso sexual a dos compañeras, las cuales, por cierto, acudieron al examen de ayer.
«No es muy normal separarnos por sexos. Hubiera tenido bastante más sentido hacerlo por puestos o incluso por edad», lamentaba a las puertas del recinto, el candidato Xico Xabiel. También a la segregación se refirió Javier González, aspirante de 54 años en el paro: «Resulta que el temario dice que la no discriminación entre mujeres y hombres es un principio rector de la actividad empresarial de Emulsa, y va el tribunal y nos separa por sexos. La imagen que está dando una empresa pública no es normal».
«Raro», «inexplicable», «sexista», «absurdo», «contradictoria», «injustificable» y «vergonzoso» fueron algunos de los términos utilizados por los candidatos y las candidatas para calificar la organización de la prueba de este año. «Parece que volvemos al franquismo que separaba a los niños y a las niñas», lamentó María José Jurado a las puertas del recinto mientras hacía cola para entrar y veía a los hombres salir.
El tribunal de la prueba, que por cierto no dejó entrar a los medios de comunicación al pabellón para fotografiar la prueba, justificó la segregación como un asunto meramente organizativo, pese a que en otros exámenes se separó por edades e incluso por puestos de trabajo. También es cierto que sus miembros reconocieron durante la semana que la decisión no había sido acertada. Polémicas al margen, la prueba -mantienen desde el tribunal- se celebró sin incidencias.
A las once de la mañana entraron 1.214 mujeres a examinarse. Finalmente 2.536 personas de un total de 3.634 aspirantes admitidos se disputaron 146 plazas (112 son para limpieza y 34 para jardines). Para garantizar una incorporación equilibrada de mujeres y hombres a la plantilla, en cumplimiento de los objetivos del Plan de Igualdad de la empresa municipal, se han fijado cupos por sexos, con 75 plazas para mujeres (ocho de ellas reservadas a personas con discapacidad funcional) y 71 para varones (siete, con discapacidad). Hay por tanto 15 reservadas para personas con discapacidad.
La dificultad del temario variaba según el encuestado. Pero casi era unánime el temor por las preguntas sobre el callejero de la ciudad. «Ha sido lo más difícil de estudiar», comentaba Ana María Méndez. «Tengo un par de plazas que aún no sé dónde están», afirmaba María José Jurado. Enrevesado fue también el estudio del callejero para Alioune Cisse, senegalés que lleva 16 años en la ciudad. No lo fue tanto para José Luis Iglesias porque «soy taxista y me conozco la ciudad a la perfección». Al final, pese al temor de los candidatos, solo cinco preguntas del examen tipo test se dedicaron al callejero. «No fue para tanto», comentaban los hombres a la salida de su prueba.
La distribución de los tipos de suelo de la ciudad, el tipo de maquinaria de la empresa, la separación de residuos, los tipos de vegetales y plantas, derecho laboral, la estructura interna de la empresa pública, normativa interna de igualdad, los deberes y obligaciones de los trabajadores y los tipos de faltas dentro del entorno laboral fueron algunos de los temas que cayeron en la macroprueba.
Entre los candidatos había trabajadores de la bolsa de empleo de 2020 (contratos fijos discontinuos que se llaman ahora), había quienes con poca esperanza de conseguir plaza fija acudían a sumar puntos a su cartera, quienes se examinaban por segunda o tercera vez, o quienes por el contrario debutaban en la prueba. El caso es que todos coincidieron en apuntar que «se trata de una buena oportunidad de trabajo en una empresa en la que sus trabajadores no tienen grandes quejas».
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