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Pintadas sobre la escultura 'Castillo de Salas', en el área recreativa Joaquín Rubio Camín. FOTOS: JESÚS MANUEL PARDO
La senda del Cervigón cumple veinticinco años plagada de «graves desperfectos»

La senda del Cervigón cumple veinticinco años plagada de «graves desperfectos»

La ruta costera presenta losas desprendidas, falta de mantenimiento en las áreas recreativas y caminos cortados donde se acumulan residuos

María Agra

Gijón

Domingo, 1 de septiembre 2024, 02:00

Casi diez kilómetros de ruta bordean la costa oriental de Gijón en un itinerario en el que, además de disfrutar del Cantábrico, los usuarios pueden observar también desde la escultura 'Cantu los díes Fuxíos', de Adolfo Manzano, hasta los restos del 'Castillo de Salas', pasando por la casa de la escritora Rosario de Acuña. La senda del Cervigón, inaugurada por Areces en 1999 como prolongación hasta Villaviciosa del paseo marítimo de la ciudad, cumple 25 años. Y lo hace con un inventario de parajes increíbles de los que presumir, pero también una lista de desperfectos que reparar. Unos leves y otros «más graves», advierten los usuarios.

En el área recreativa Joaquín Rubio Camín hay varios signos de deterioro. Justo antes del cartel que la señaliza, asoman entre la maleza los restos de unas escaleras de piedra que antaño debieron abrir camino y ahora están completamente cubiertas por la vegetación. Apenas quedan dos escalones a la vista. «Hace tiempo pusieron una valla de madera para cortar el acceso desde arriba y evitar que la gente pase», señala Lorena Carreño, vecina del concejo de Aller que realiza esta ruta muy a menudo. Y añade que «haría falta señalizar mejor las playas». Suele ir con su marido hasta La Ñora, donde acaba la senda, y «un día que quisimos ir a Estaño nos costó mucho dar con ella porque está mal indicado».

TESTIMONIOS: LAS QUEJAS

  • Falta de mantenimiento Maleza y basura en el área recreativa Joaquín Rubio Camín y deterioro de la escultura 'Castillo de Salas', de dicho autor.

  • Accesos cerrados Escalera que une Peñarrubia con La Providencia, cerrada desde 2022.

  • Deterioro del pavimento Piedras desprendidas y agujeros en el firme, sobre todo en el tramo que va desde La Providencia hasta la playa de la Ñora.

  • Señalización Falta de indicaciones hacia las playas.

No es lo único que motiva las quejas. La zona de la escultura 'Castillo de Salas' se ha convertido en un descampado lleno de maleza y basura. Y la propia escultura, un fragmento del buque granelero del mismo nombre que se hundió en la bahía de Gijón en 1986, ha sido abandonada a su suerte. Al óxido se suman unas pintadas que hacen evidente la falta de mantenimiento.

Escalera cortada

En general, la zona «es bastante mejorable», apunta Balbino Pérez, usuario del Cervigón. Aclara que «ya lleva tiempo así, sobre todo en la subida de escaleras que está justo después del área recreativa». Se refiere a las que conectan el aparcamiento de Peñarrubia con La Providencia, unos metros más allá de la zona de descanso. «El acceso está cortado desde hace dos años y no sabemos por qué. Se han podrido algunos peldaños de madera y faltan otros que no se han repuesto», explica Domingo Julián, usuario que recorre la senda todos los días. Desde entonces «pusieron una valla de madera para impedir el acceso y hay que dar un rodeo», aunque lo peor, aclara, es que «está todo lleno de maleza y la gente va allí a hacer sus necesidades». Por eso urge una solución: «O las quitan o las mantienen en condiciones».

Siguiendo la senda, además de las maravillosas vistas de la costa, hay tramos del pavimento sin la piedra cuarcita irregular que lo caracteriza. «Mucha gente viene aquí a hacer deporte y, si faltan baldosas, correr es difícil y peligroso», advierte Julián. Preocupa a los vecinos el tramo desde La Providencia a La Ñora, que «vendría bien acondicionar porque es una ruta muy concurrida y siempre está pasando gente en bici, corriendo o paseando», asevera Balbino Pérez. Y eso en un día nublado, porque «cuando hace sol está abarrotada todo el día».

Demasiada afluencia

En la zona de la Colina del Cuervo, próxima a la bajada a Serín, los problemas son otros. A los desperfectos hay que sumar que «ahora también acceden en vehículos para hacer parapente», comenta Mayte García, que vive en una finca a escasos metros de donde emprenden el vuelo. «Hay un acceso para los que tenemos fincas y cada vez empeora más. Entre el paso de la gente, las bicis, los patinetes y los jabalíes está bastante deteriorado», expone.

Sugiere adelantar los desbroces y prepararse para las épocas con más afluencia porque «cortan los setos muy tarde y cuando llega el verano aún cubren gran parte del camino». Además, es una ruta con «viene mucha gente de fuera», por lo que «no estaría mal adecentar la zona de vez en cuando». Otra asignatura pendiente, según Antonio Álvarez, un vecino jubilado que se dedica «a patear», es la basura. Aunque eso es más bien una cuestión de civismo. «Hay muchas papeleras a lo largo de la senda y me dedico yo a recoger la basura porque la gente no quiere pagar impuestos, pero luego tampoco cuida el medio ambiente».

La bajada a Serín, un peligro que se agrava

Un camino plagado de desniveles, losas desprendidas, agujeros y hundimientos o desplazamientos del terreno. Si la senda del Cervigón cumple 25 años con una larga lista de desperfectos a reparar, la bajada a la playa de Serín, usada por los una de las principales paradas de los caminantes durante el recorrido, es directamente una carrera de obstáculos.

Por su naturaleza, siempre ha sido un arenal de difícil acceso. Es una cala pequeña, de unos 350 metros de longitud, enclavada entre altos acantilados que atesoran un entorno natural virgen y dibujan la impresionante línea costera de la ciudad. Solo se puede llegar a ella través de la senda peatonal, tomando un desvío hacia la izquierda nada más rebasar el área recreativa que está junto al aparcamiento de las playas de Serín y La Cagonera.

Es entonces cuando comienzan los problemas. Aunque a primera vista pueda parecer simplemente una larga hilera de escaleras, para bajar a este arenal hay que sortear una serie de riesgos imprevistos que convierten el camino en un auténtico peligro. Lo que empieza siendo una sencilla bajada, se convierte enseguida en un camino irregular, con escalones separados unos de otros y deslizamientos de tierra que requieren poner las dos manos en el suelo y acercar el centro de gravedad al suelo para no precipitarse.

«La bajada se va cayendo cada vez más. Hay mucha gente que va ahí en verano para tomar el sol, pescar o dar un paseo y el acceso está fatal», declara Mayte García, vecina de la zona ubicada entre el parque de La Providencia y la playa de Serín. Hace ya varios inviernos que las escaleras se desprendieron, pero los usuarios continuaron bajando a la arena caminando por las rocas. Sin embargo, el firme sigue erosionándose y convirtiendo la bajada en una aventura. «Hay un tramo en el que se acaba la escalera, porque se ha roto, y solo hay unos montículos de barro para llegar hasta la arena. Además, baja por ahí algo de agua y hay deslizamientos de tierra... Es un peligro que se agrava cada vez más», asevera García.

«Mete miedo»

Hace años que los vecinos vienen advirtiendo de la necesidad de arreglar la bajada porque «está muy mal», lo que conlleva que mucha gente elija otras opciones más seguras y accesibles. «Es importante que lo solucionen porque es una cala muy guapa pero bajar es muy peligroso», relata Antonio Álvarez, gijonés que acostumbra a recorrer la ruta costera.

«La bajada mete miedo», asevera la presidenta de la asociación de vecinos de Somió, Soledad Lafuente, sin esperanza alguna de llegar a ver un acceso en condiciones que favorezca el uso de la playa. «Va a menos muy deprisa. Se fue dejando y no tiene pinta de que se vaya a arreglar porque los matenimientos son cuantiosos y hay mucho que hacer ahí», explica. De hecho, si hay letreros que alertan del difícil acceso es precisamente porque «planteamos ponerlos para la gente que no es de la zona e intenta bajar».

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