SUSANA TEJEDOR
GIJÓN.
Miércoles, 5 de enero 2022, 00:53
«La Semana Santa puede ser un punto de inflexión, confiamos en que en abril se pueda retomar la actividad turística para salvar el año porque los meses perdidos en los hoteles ya no se recuperan», asegura Elida Suárez, la portavoz hotelera de Otea en ... Gijón que, dice que, a falta de balances, que «se harán mas adelante», la realidad es que el sector paga los efectos de la situación provocada por el coronavirus.
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Las previsiones son que hasta Semana Santa el sector turístico no arranque. «Llevamos ya dos años en esta situación, tenemos el primer trimestre perdido y eso ya no se recupera. Se trata de no ir a más porque si no nos vamos todos a la quiebra».
Suárez señala que «las empresas no organizan actos, no acuden a los sitios, hay teletrabajo y ese turismo es importante para Gijón». Con este panorama, las esperanzas están puestas en abril y en que haya un verano bueno. «En este sector no se recupera nunca lo perdido, por eso hay que intentar que las pérdidas sean las mínimas», insiste.
La representante de Otea no quiere caer en tremendismos ni instalarse en el pesimismo permanente sino transmitir mensajes positivos a pesar de todo. «Los años siempre son para comparar. El 2021 no es equiparable al 2020, ya que no cuenta a la hora de hacer números, ni tampoco al 2019, por eso hay que pensar que este que acaba ha sido mejor que el año en el que surgió la pandemia y el que llega puede ser bueno».
Suárez reconoce que viven en la incertidumbre continua: «Para 2022 no se sabe qué previsiones hacer. Eso sí, hay que decir que los meses de enero, febrero y marzo ya se dan por perdidos y queremos confiar en abril pero, inevitablemente, todo está supeditado a la evolución del covid».
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La realidad, dice, es que «hay un miedo inevitable y eso lo hemos vivido en el turismo porque quien no ha estado confinado o ha sido positivo, ha tenido a alguien en su entorno que lo ha sufrido». Eso se traduce en cancelaciones o en promesas de 'más adelante ya veremos'. No obstante, se espera volver a las cifras del inicio de 2019. «Psicológicamente es complicado pero debemos remontar».
Y paso a paso y día a día es la fórmula a seguir porque, como cuenta Beatriz Cimadevilla, del Hotel San Miguel, «no se reserva con antelación sino todo a última hora. Yo lo que tengo ahora es nefasto y así seguirá hasta Semana Santa». Ni con citas puntuales como carnavales o San Valentín habrá «alegrías» para el turismo en la ciudad. Y el sentir es general. «Aquí cuando hay, hay para todos, y cuando no hay, no hay para nadie».
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Pero la esperanza no debe perderse y por eso, dice, «igual hay sorpresas porque este sector es imprevisible». En este positivismo, Elida Suárez insiste en que «todos los años hubo epidemias de gripe y las vacunas sirven para atajar estas malas rachas. Hay que convivir con esto».
La prioridad, insiste es «revitalizar el sector, de momento, cumpliendo todas las normas y haciendo ver a nuestros clientes que hay una seguridad absoluta en los establecimientos, como en su casa». Ello contribuirá crear la confianza necesaria, tras las incertidumbres vividas y los cambios económicos. «En verano, los precios se incrementaron algo, pero luego se bajaron. Entre septiembre y diciembre se registró un descenso en los precios respecto a las mismas fechas de 2019 para intentar paliar los efectos que vivimos». A ello se suman, las cancelaciones de eventos, la incertidumbre y los miedos. El impulso desde Gijón Turismo es importante, aseguran. «Trabajaremos para que todo sea más fácil», dicen sus responsables.
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