Fielato o estación de consumos y arbitrios sita en la plazuela de La Guía, frente a Casa Arturo. Detrás se ve el palacete de la guardería Donald. Fecha: Década de 1940. Foto: Anónima; vídeo: Diego Abejón
Los secretos de las calles de Gijón

Una calle entre fielatos en La Guía

Pérez Pimentel. Casinas de carretera, donde se hicieron merenderos, conviven con palacetes en la vía que fue empleada por la ampliación del recorrido del tranvía de Somió

Domingo, 2 de febrero 2025, 07:37

Antonio Pérez Pimentel (1871-1930) es una figura muy poco estudiada y fue muy valiosa para nuestra región; él era cubano y llegó al antiguo instituto Jovellanos como catedrático de francés. Hizo importantes obras como el 'Callejero de Gijón' y su 'Guía Oficial y Profesional de Gijón' (1924), o las guías para desplazarse en coche por Asturias y Cantabria. Fue un auténtico impulsor del turismo dentro y fuera de Asturias y uno de los promotores del mirador del Fito. A esta larga avenida se entraba pasando el primitivo puente de La Guía. La longitud de esta vía coincidió con el recorrido ampliado de la línea de tranvía Gijón-Somió, que llegaba primero hasta La Guía (1890) y al año siguiente hasta la plazoleta de Villamanín.

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Nos vamos a la década de 1990 teniendo el cole y el instituto de El Piles como referencia y ¿quién no recuerda la sidrería Las Viandas dando la bienvenida al inicio de esta avenida?. Un clásico antes de ir al Rastro, donde se podían desayunar aquellos donuts en bandejas amarillas al aire en la barra de madera, que estaban duros como piedras. Luego le seguía el quiosco de Javi con su moto dentro, donde podías comprar aquellas palmeras gigantes rellenas de «nata» por 100 pesetas (en 2002 fueron 60 céntimos) para meter debajo de la rejilla e ir comiendo a lo largo de esas 6 larguísimas horas de clase, el diente ya se le hincaba por el callejón. También vendía donettes rayados por unidades, ojo a la novedad.

Depósito de agua en el palacete de Alesón antes de ser reformado y otro similar, aún conservado, en Villa María Foto histórica: Gerardo Bustillo. Museo del Pueblo de Asturias. Foto actual: Rafa Suárez.

Si han seguido esta sección desde el inicio sabrán por qué los merenderos y restaurantes, véase aquí el caso de Casa Arturo, El Retiro de La Guía (Jai Alai) o El Cañaveral se situaban a espaldas del fielato de La Guía —de la década de 1940—, que era una estación de consumos y arbitrios para gravar los impuestos por el mercadeo de productos ingeribles (una especie de aduana sanitaria). Para grabar menos que dentro del perímetro urbano. Por cierto, quien navegue por la experta edad de 70 en adelante recordará el barucu del Pifu (hijo de la Pifa), justo antes de Casa Arturo, donde se comía una caldereta de marisco impresionante.

Tras el fielato se levantó el hermoso palacete de Villa Juliana, obra de Luis Bellido (luego arquitecto municipal de Madrid), que ahora es la guardería Donald. Varios chalets que hay detrás se hicieron en lo que era su jardín. Su planta baja está forrada con tres diseños de cerámica de Talavera. Otro secretazo es que aquí se alojaron los pilotos rusos que vinieron a bombardear Gijón en 1937, mientras guardaban su flotilla en Las Mestas. La casa fue promovida por Domingo Juliana Albert, que la hizo para su hermano Joaquín.

Recreación de una bocamina en Vista Alegre. Fecha: 2016. Foto: Rafa Suárez.

Además de casinas de carretera, en Pérez Pimentel convivían con suntuosas casonas; como la Casa Rosa, del pintor Roberto Díaz de Orossia, quien tuvo a bien enseñarla de manera guiada durante muchos años; Los Tilos, de la familia Vereterra, donde Claudio, quien fuera alcalde y presidente del Club de Regatas, fomentaba el deporte en La Guía y patrocinaba con trofeos suyos las carreras ciclistas; o Villa San Rafael son esa casa de caseros de un agua pegada a la tapia; o el palacete de Alesón, justo antes de la Fundación Siloé, que tuvo un enorme depósito de agua como los que aún se conservan en Villa María.

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Pasando Flipper nos encontramos Vista Alegre, la quinta la familia Felgueroso, con la gran particularidad de hallarse allí recreada una bocamina, como no podía ser de otra manera. Enfrente, debemos recordar que la clínica psiquiátrica de Margolles, cuando no existían hospitales como Cabueñes ni centros de salud cercanos, curó problemas graves e incluso salvó vidas a vecinos de Somió sin capacidad de desplazamiento.

Tranvía cruzando el puente de La Guía por delante del núcleo itinerario de Pérez Pimentel. Fecha: década de 1930. Foto: archivo de Elvira Hevia.

Villa María, la quinta de recreo con el llagar de sidra de Tomás Zarracina, que fue ampliada lateralmente por los condes del Real Agrado y no se conoce ninguna foto de cuál fue su estado original. Aquí se monta el mayor y más precioso árbol de navidad de Gijón, de 4 metros de altura, con 1.500 luces, alrededor de 500 adornos procedentes de todo el mundo y casi 2 semanas de montaje. Puede considerarse el principal museo de Gijón, sin lugar a dudas, sólo esta casa daría para varias entregas de secretos. En La Rotonda, ahora del jinete Juan Riva, se esconde un campo de croquet reglamentario, uno de los pocos y primeros de España.

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Detalle

  • Llamativos azulejos pintados a mano con el dibujo del palacete Fecha: 2025. Foto: Rafa Suárez.

Dando la vuelta al altar donde acaban las procesiones, la familia Masaveu, en 1962, cedió una finca que tenían con un frontón y una cancha, y fue empleada como antesala al Club de Tenis, primero jugaron ahí de prestado. Finalizamos el recorrido, como el tranvía, en la carbayera de Villamanín, ante dos clásicos negocios hosteleros como Casa Jamino y la peña gastronómica El Llar. ¡Nos vemos en las calles!

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