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El hospital Gijón fue testigo de los reencuentros más esperados: los de sus residentes con los familiares. Después de tres meses de visitas fugaces y sin poder tener contacto físico con ellos, por fin pudieron abrazarse.
Faustino Marinas, de 73 años, lleva ... dos años y medio en esta residencia. Tuvieron que trasladarlo tras de sufrir un derrame cerebral. Lo que más echó de menos durante el confinamiento fue estar con su mujer, Carmina. Y lo primero que quiso hacer al poder salir a pasear fue ir a la panadería Perales, a comer un 'murciano', dulce de almendra que solía comer antes del estado de alarma.
Otro de los usuarios de este centro fue Virgilio Fernández, quien, acompañado por sus hijos y su mujer, volvió a verse al aire libre. Tiene 88 años y padeció un ictus hace unos meses. Virgilio fue positivo asintomático y, a pesar de ser grupo de riesgo le plantó cara al virus con éxito.
Paula Gutiérrez, trabajadora social del centro, asegura que pensaron mucho si dejar o no salir a los residentes: «Es necesario tomar las mayores precauciones, pero también hay que tener en cuenta que, a nivel cognitivo, estar tanto tiempo encerrados también les afecta. Por eso, creemos que, con la máxima seguridad, salir les va a hacer bien», explicó.
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