Romualdo Alvargonzález, rodeado de fotos familiares.

Una saga familiar llena de historia

Los Alvargonzález. Siempre vinculados a la mar y a Gijón, la familia está tras la creación de El Musel y la fundación de este periódico

ARANTZA MARGOLLES

Lunes, 2 de enero 2023, 00:16

Las raíces de la familia Alvargonzález, como también las de Gijón, se sustentan de la mar Cantábrica. Fue para guardar el fruto de sus aguas en condiciones solo imaginables tras los primeros pasos de las revoluciones industriales que nació la iniciativa de Francisco Antonio Alvargonzález ... Zarracina, creador, junto a su hijo Mateo, de la fábrica de conservas (1828) que utilizó por primera vez la hojalata para envasar pescados y marisco en España. Menos de 40 años después, consolidado el régimen liberal a cuyo socaire se hizo fuerte la burguesía local en la que los Alvargonzález tenían ya un papel preponderante, dejó documentado Ricardo Becerra, a su paso por Asturias (1867), que «la fábrica de conservas alimenticias de Don Anacleto Alvargonzález, en la calle de Ezcurdia (...) ocupa a 50 operarios», elaborando anualmente 100.000 latas de sardina y 15.000 para surtir, sobre todo, a la isla de Cuba, destino cada vez más frecuente de los asturianos que buscaban fortuna en Ultramar.

Publicidad

Si algo caracterizó a aquella burguesía en auge cuya principal valedora, la reina Isabel II, andaba a la sazón a las puertas del exilio y de sus «tristes destinos», parafraseando a Pérez Galdós, es que distaba mucho, y distaría aún más con el tiempo, de ser un bloque informe en el que los intereses fueran siempre comunes.

Las ramas del árbol de los Alvargonzález fueron pronto frondosas y, aunque dentro siempre del tronco común que fue el progreso gijonés, dispares. Romualdo Alvargonzález, uno de los hijos del viejo Mateo, ancló sus raíces a tierra en torno a la harinera 'La Hormiga' y al Molinón, que dio nombre a sus terrenos primero y al estadio después. Su hermano Anacleto, en cambio, siguió lo suficientemente vinculado a la mar como para convertirse en acérrimo defensor del proyecto 'apagadorista', que unió a la burguesía vieja frente a la nueva en contra y a favor, respectivamente, de la construcción de un nuevo puerto en El Musel. Calderetas, por cierto, mediante: de un lado la de Alvargonzález; al frente, la del muselista Rafael Tuñón.

La militancia apagadorista no sería óbice para que muchos años después uno de los descendientes de Anacleto, Juan, marino retirado a tierra desde hacía medio siglo cuando eso ocurrió, decidiera honrar a otro Alvargonzález, Victoriano, ingeniero muerto en la tragedia de El Musel junto a otros 21 trabajadores más que se ufanaban en horadar la montaña del Tangán para la construcción de la estación marítima del nuevo puerto. Lejos quedaban ya las rencillas que dividieron a toda una ciudad, y más cerca los hitos protagonizados, en Gijón como en Asturias, por Calixto Alvargonzález, responsable, por cierto, de que hoy tengamos también por escrito, y publicada, la receta de la caldereta de su padre, que da nombre a los premios gastronómicos de este periódico.

Publicidad

Quien fuera fundador y también primer director de EL COMERCIO fue uno de los firmantes, en 1880, del manifiesto contra la pretensión de variar las pendientes del trazado ferroviario de Pajares. También el presidente del Consejo de Administración de la Compañía de Tranvías gijonesa, precisamente en la década que culminó con la sustitución de los vehículos de tracción animal por los eléctricos (1909) o, junto a Julio Somoza y Alejandro Alvargonzález, zahorí de la 'civitas Gegionem', al estudiar los enigmáticos restos que surgieron de las obras de alcantarillado en el Campo Valdés (1903), allá donde en tiempos remotos se levantó un importante complejo balneario.

No es raro imaginar, con semejante ristra de méritos, que Calixto Alvargonzález haya sido uno de los muchos miembros de su familia acreedores de una calle en Gijón. La suya acaba en Sanz Crespo, pero también tiene una, en La Guía, su hijo Romualdo Alvargonzález Caso, ingeniero civil, cónsul en los Países Bajos, naviero y uno de los primeros socios del Sporting, fallecido en 1965.

Publicidad

Aún más conocidas son las dedicadas a otros miembros, más lejanos, de la estirpe, como Claudio Alvargonzález, el tan polémico (historiográficamente hablando) 'héroe de Abtao' y breve alcalde de la ciudad en tiempos de la ya mentada Gloriosa. Entrando por Capua, para uno de los pioneros del cine asturiano: Romualdo Alvargonzález Lanquine, descendiente de aquel otro del primer Molinón. O, por supuesto, la dedicada en El Llano a Juan, el alcalde con el que el Humedal dejó de serlo. Todo ello da muestra de que la historia de la familia Alvargonzález no se entiende sin Gijón. Ni viceversa.

Fue otro Juan Alvargonzález, este descendiente de Francisco Antonio, Mateo, Anacleto, Calixto y Romualdo, en ese orden, quien para preservar su memoria creó en 1992 la Fundación de su mismo apellido. Trabajo ingente el de conservar el legado de uno de los solares que han construido la ciudad, sorteando con maestría todos los oleajes que baten el mar de los tiempos, a lo largo de los últimos dos siglos. Amanece al siglo el 2023 con la nota trágica de la muerte de su hijo, Romualdo -indisociable ese nombre a la saga, como tampoco de ella se puede disociar la mar-. Otra fecha más para la historia de Gijón.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad