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OLAYA SUÁREZ
GIJÓN.
Miércoles, 17 de febrero 2021, 00:30
El sacerdote J. E. M. se sentará hoy en el banquillo de los acusados de la Sección Octava de la Audiencia Provincial, en Gijón, por haber abusado, supuestamente, de una alumna cuando trabajaba como profesor en el colegio de la Inmaculada. La fiscalía solicita ... para él una condena de ocho años de cárcel por un delito de abuso sexual continuado. El procesado llegó a ser superior de los Jesuitas en La Rioja, hasta que fue apartado de su cargo con el inicio de la investigación judicial.
Según las acusaciones, los abusos habrían comenzado cuando la víctima tenía 12 años, siendo plenamente conocedor de la edad de la niña. Durante esos años, 2008 y 2009, «intimó con ella, provocando encuentros y diciéndole que la amaba y que la deseaba». «Inició el contacto personal con ella a través de redes sociales y en sus conversaciones le decía que no era de piedra, que la quería y utilizaba las expresiones como princesa y solete para dirigirse a ella», añade.
En 2010, cuando la adolescente tenía 14 años, «mantuvo los primeros encuentros sexuales con ella, llegando a mantener relaciones completas cuando la joven contaba con 17 años». «Le decía a la menor que era la mujer de su vida, que quería una vida con ella, pero que no podía, debido a su condición de sacerdote. La relación finalizó en septiembre de 2012», añade el fiscal.
Los informes forenses recogen que dichos abusos sexuales continuados durante años le provocaron a la víctima un trastorno ansioso depresivo. No fue hasta 2019, cuando contaba con 25 años, cuando decidió denunciar ante la Policía Nacional lo que le había ocurrido cuando era menor de edad. Se inició entonces una investigación en el juzgado de Instrucción número 2 de Gijón y la Unidad de Familia y Menor (UFAM) de la Comisaría de Gijón, que determinó que existían pruebas incriminatorias contra el sacerdote J. E. M.
Además de los ocho años de cárcel, la fiscalía solicita para él la inhabilitación como docente durante cinco años, una orden de alejamiento y comunicación hacia la víctima y libertad vigilada durante otros ocho años una vez cumplida la pena de prisión.
La orden apartó el 12 de enero de 2019 al religioso. Su último destino fue en el colegio de los jesuitas de Logroño y su último cargo fue el de superior de la compañía en La Rioja. El sacerdote, de 50 años, se ordenó en 2004 y su primer destino fue Gijón. Ejerció como profesor de religión y como delegado de las actividades de montaña.
Desde Asturias se trasladó a México para realizar la llamada tercera probación, la última fase de la formación jesuítica. A su vuelta lo destinaron a La Coruña, donde permaneció cinco años, hasta que llegó a Logroño como profesor en el colegio de la Compañía de Jesús. En 2018 fue nombrado máximo responsable de la parroquia de San Ignacio de Loyola, en Logroño, y superior de la orden en La Rioja. Duró apenas un año en su nuevo cargo, hasta que la orden lo apartó por los supuestos abusos sexuales hacia una niña y por los que hoy será juzgado.
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